Sonatas para violín, de Veracini

Las sonatas del «Florentino», como fue llama­do Francesco Maria Veracini (1685-1750), considerado entonces el primer violinista de Europa, figuran entre las más bellas pá­ginas de la música instrumental italiana del siglo XVIII. Fueron publicadas, con bajo cifrado, en dos colecciones: en 1721 (Dresde y Amsterdam) y en 1744 (Londres y Flo­rencia). Dos sonatas fueron editadas con la transcripción del bajo para piano, por Felicien David (1810-1876) y Joseph Wilhelm Wasielewsky (1822-1896); recientemente, Ildebrando Pizzetti dirigió la publicación completa.

El estilo y el gusto de Tartini y Corelli se funden admirablemente con la vivacidad graciosa y a veces punzante de Veracini y con su naturaleza impulsiva y aventurera, que domina sus composiciones violinísticas, en las que es desarrollada la forma de la «sonata da camera», que a la sazón se componía, en general, de danzas con movimiento de amplio aliento lírico («largos»), con fragantes «rondós», elegia­cas «pastorales» y alegres «paisanas». Las modulaciones son ricas y variadas, con fre­cuencia inusitadas, las fusiones de los frag­mentos aparecen sabiamente ligadas por el tenue hilo de la armonía; la genialidad de la inspiración junto a una límpida pureza de forma, hacen que estas sonatas rebasen el puro valor virtuosista de muchas compo­siciones de la época, páginas ricas y vivas de aquella sensibilidad lírica que caracte­rizará el «gusto italiano», aun en la música instrumental europea del siglo XVIII.

N. del Mestre