[Sur l’unité de l’Église]. Obra de Jacques- Bénigne Bossuet (1627-1704), publicada en 1672. Bossuet, que en su ministerio de obispo y defensor del dogma sentía la predicación como un deber sacerdotal y no como un trabajo literario, no recogió nunca en un libro sus Sermones (v.).
Éste fue el único que publicó, porque venía casi a sintetizar en una forma ágil sus ideas sobre el galicanismo, es decir sobre la independencia respecto a Roma del poder temporal del rey y de la Iglesia de Francia, y sobre la igualdad de los obispos incluso frente al primado del Papa. Rígido al afirmar la unidad y la continuidad del catolicismo, el famoso polemista trató de consolidar una religión que fuese verdaderamente un signo de pensamiento y de acción en la historia de la humanidad. Enemigo de toda moral no inspirada en la austeridad del Evangelio y de ideas místicas y vagas del sentimiento religioso, combate en favor de la obra unitaria de la Iglesia y por los fines totales y completos de la restauración del verbo de Cristo en la sociedad humana.
La misma visión de una Iglesia unida en su misión se inserta en la sociedad de su tiempo, y particularmente en la monarquía absoluta de Francia; de aquí la actitud galicana en una misma orientación espiritual, fundada sobre los grandes ejemplos de los Padres de la Iglesia y sobre la observancia fiel de las verdades contenidas en las Sagradas Escrituras. Estas ideas contribuyeron a hacer del polemista de Meaux la cabeza del clero francés, e inspiraron la famosa Declaración de 1682 sobre la libertad de la Iglesia galicana.
C. Cordié
Si hemos de convenir en que Bossuet fue verdaderamente un genio, es preciso confesar que, al intentar domar su lengua y su nación, fue él el domado. (Leopardi)
Si aparte de las Provinciales se pueden encontrar otros modelos clásicos de la prosa francesa, hay que buscarlos en estos libros de polémica. (L. Gillet)