Sobre la Religión – discursos a sus detractores cultos, Friedrich Ernst Schleiermacher

[über die Religión, Reden an die Gebildeten unter ihren Veráchtem]. Son cinco discursos de Friedrich Ernst Schleiermacher (1768-1834), publicados en 1799 en Berlín y en 2.a edición con algunas variantes en 1806.

Su polémica se dirige contra los que discutían el entonces inci­piente movimiento romántico, es decir, con­tra los racionalistas de la época de las luces y los filisteos de toda clase. El tono de los Discursos es el profético del grupo de Novalis y de los Schlegel, y el modo de argu­mentar y la introducción de mitos recuer­dan que el autor debe en parte su celebri­dad a sus lecturas de Platón. Comienza con un examen del Yo, o sea, del momento íntimo del hombre (tema preferido del pen­samiento alemán y raíz del florecimiento místico medieval) en su perpetuo dualismo entre tendencias opuestas, la de limitarlo y centrarlo todo en sí mismo y la contraria de extenderse nostálgicamente hacia un in­finito inasequible. El profeta, el hombre ele­gido y mediador entre lo finito y lo infinito, supera en su centro dicho dualismo «por don inmediato de lo alto y por obra de una perfecta formación interior».

Si la re­ligión ha caído en tal desprecio entre los hombres cultos, es porque ya no se con­sidera su fecundo núcleo vital, que es «emo­ción y armonía íntima», sino sólo la mani­festación externa del culto y del dogma. Es «gusto y sentido del infinito», y no pue­de por ello consistir en conceptos que de­finen y limitan. La fuente inmediata de verdad es el «puro sentimiento», aquella esfera distinta del pensamiento y de la vo­luntad, pero que también éstos dominan y penetran. El contacto íntimo con Dios se realiza a través de la infinita humanidad que el hombre ha de acoger en sí «en el amor y a través del amor», sin perder, por otra parte, nada de su propia individuali­dad, parte necesaria de la infinita armonía. El momento esencial es precisamente esa reflexión del infinito en lo finito. Dios es suma única e inasequible unidad, y toda re­presentación suya sirve únicamente cuando el sentimiento puede superarla.

Toda con­fesión religiosa es en sí buena, pero no perfecta, pues no existe religión universal­mente válida, sino que hay hombres reli­giosos que, individuos en el significado más alto del término, «saben devenir, en el mun­do finito, unos con lo infinito, y ser en todo instante eternos», cuyo perfecto mo­delo es Cristo. La misión de la nueva Igle­sia de los iniciados románticos consiste pre­cisamente en resucitarlo por encima de toda Iglesia oficial. Los Discursos formaron época en la historia del pensamiento alemán, pese a su tono enfático y preciosista, represen­tando la codificación y formulación filosófica del movimiento pietista y una precisa de­finición de la religión, muy distinta del mito y de la filosofía; abrieron al pensamiento romántico el camino del infinito, influyeron en Schelling, ofrecieron la base de la mís­tica del amor de Novalis e inspiraron la ética de Schlegel.

G. F. Ajroldi