[La Religión romaine d’Auguste aux Antonins]. Obra en dos volúmenes de Marie-Louis- Antoine-Gaston Boissier (1823-1908), publicada en 1874.
A base de fuentes principalmente literarias y epigráficas, el autor estudia el fenómeno religioso en la sociedad romana, desde la crisis de conciencia de fines de la República hasta la aparición del Cristianismo. Aunque oficialmente la religión antigua, formalista y subordinada al estado, quedó inalterada, cambian las creencias y las actitudes espirituales. En las clases elevadas, no la restauración religiosa de Augusto, sino la filosofía, de Cicerón en adelante, dio lugar a una visión más elevada de las cosas, un sentido de la vanidad de la vida- y de los placeres que se opuso a la prosperidad y a la alegría dominantes.
Este aspecto más grave del siglo de Augusto se refleja sobre todo en Virgilio, cuyo pensamiento religioso y sus fuentes investiga en un interesante análisis que ocupa varios capítulos. Los filósofos, desde Séneca a Marco Aurelio, inculcan la noción de un Dios único e introducen en la religión fines morales, entre ellos los del bien del prójimo, el perdón, la mortificación del cuerpo para la vigorización del alma. Por otra parte, también la religión popular se modifica bajo el influjo de los cultos orientales admitidos en Roma; ellos inducen a una devoción ardiente, a prácticas de purificación, a la fe en la supervivencia y en la salvación del alma, a un concepto, si no monoteísta, sí de equivalencia de las distintas religiones, gracias al cual se identifican y se funden las diversas divinidades. Pero poco a poco se fueron acercando la filosofía y las corrientes populares, ya por medio de los estoicos, ya, más aún, por medio de la escuela llamada platónica.
Apuleyo representa la última fase de esta parábola filosófica, que en el siglo tercero produce en las clases elevadas el mismo efecto de inflamada devoción que los cultos orientales habían producido en el pueblo y en las mujeres. La sociedad de los Antoninos, en la que penetró el Cristianismo, manifiesta apatía política, pedantismo literario, creencia en la astrología y en la magia, pero es más religiosa y sencilla; la aristocracia es provinciana, las ideas morales elevadas, la beneficencia una práctica difundida. Según el autor, el Cristianismo no influyó en la sociedad de los primeros siglos, en los cuales el paganismo maduró sus primeros elementos. Pero un desenvolvimiento ulterior era imposible.
Por eso desde el siglo primero, el mundo romano, bajo el impulso de la filosofía y de las religiones orientales, se había elevado desde el indiferentismo a una disposición religiosa, y sin conocer a Cristo se encaminaba hacia el Cristianismo. La reconstrucción de la conciencia religiosa romana en los dos primeros siglos del Imperio está animada por la penetración psicológica, por el sabio encuadramiento, por el acierto y por la transparencia del estilo propia de Boissier.
P. Onnis