Sobre la Piedra Blanca, Anatole France

[Sur la pierre blanche]. Título de una obra narrativa, publicada en 1905, que es una de las más características y originales de Anatole France (François-Anatole Thibault, 1844- 1924). Predomina en ella el tono discursivo, y la narración propiamente dicha tiende a confundirse con el discurso moralizador. Asistimos a las improvisadas reuniones de un grupito de estudiosos de más allá de los Alpes en torno a la sugestiva y noble figura del famoso arqueólogo Giacomo Boni, en su casita entre las excavaciones del Foro Romano, a la que France compara poéticamente con la cabaña de Evandro.

Los des­cubrimientos de Boni dan motivo para com­plejos y caprichosos razonamientos sobre la historia del hombre y sobre el curso de la civilización. En cierto momento Nicolás Langelier lee a los reunidos una breve na­rración histórica, inspirada en ciertas lí­neas de los Hechos de los Apóstoles (v.) y del San Pablo de Renán. La escena tie­ne lugar en Corinto hacia el 50 d. de C., bajo el emperador Claudio; Junio Anneo Novato, el hermano de Séneca, el filósofo, procónsul de Acaya, tiene que juzgar en una causa promovida por el jefe de la si­nagoga, el cual protesta contra un tal Pablo de Tarso que predica la rebelión contra la ley hebraica. El procónsul se declara in­competente y el incidente termina sin que ni él ni ningún otro del docto círculo que le rodea tengan la más mínima sospecha de la importancia de la predicación de Pa­blo, ni de la inminente revolución que la nueva religión cristiana llevará a su mun­do. La narración, hecha con maliciosa fi­nura sofística, está ornada de vivo colorido parnasiano y da a la reunión tema para nuevos discursos sobre la posibilidad de predecir las formas y los ideales de la sociedad humana en el futuro. De aquí una aguda conversación, que ofrece a otro de aquellos literatos, al joven Hippolyte Dufresne, la posibilidad de leer a su vez una narración.

La cual no es otra cosa que una narración utópica: la supuesta relación de un habitante de París que despierta de un sueño que ha durado más de tres siglos, encontrándose así una hermosa ma­ñana en el año 2270 de la era cristiana, CCXX de la federación europea. Describe un mundo completamente dominado por la mecánica (no faltan ni siquiera los aero­planos automáticos, sin sombra de piloto), ordenado según un colectivismo moderado y optimista, en el que en lugar de la mo­neda sirve el «buen trabajo»: una sociedad en la que técnicos y científicos han asumi­do enorme importancia, desproporcionada a su efectivo valor y que ya da lugar a crí­ticas… El libro, sin ser de los mejores de France, es tal vez el que mejor revela el carácter exquisitamente intelectual de su arte de escritor, con su doble aspecto filosoficoerudito y fantasticoutopista que mues­tra claramente cuanto el escritor más re­presentativo de la época «liberty» debe a los ejemplos de la literatura dieciochesca. [Trad. de Luis Ruiz Contrera (Madrid, s. a.)]. (France es Premio Nobel, 1921.)

M. Bonfantini