[Seven Seas]. Versos de Rudyard Kipling (1865-1936), publicados en 1898, para ensalzar el imperialismo marítimo británico. Los gozos y las fatigas de las largas navegaciones, las riquezas de los armadores, la potencia de la marina de guerra, el hechizo de las tierras vecinas y lejanas del imperio, bañadas por siete mares, son el tema expreso o velado de estas 33 poesías, cuyo valor es muy diverso y cae a veces en mero ejercicio poético. De cálida inspiración es, sin embargo, el primer grupo de poesías,, titulado «El canto de los ingleses»; sobre todo en la poesía «A los cables telefónicos en el fondo del mar», y en un «Canto de las ciudades», en que los principales puertos del imperio cantan sus propias glorias; una «Réplica de Inglaterra», substanciada con épica grandeza, y la famosa poesía en que Inglaterra es comparada con la «Esposa del mar», que manda sus hijos en busca de aventuras a los cuatro extremos de la Tierra.
El mar es para Kipling una espléndida escuela contra la corrupción moderna: en una larga y dramática poesía, «La Mary Gloster», el riquísimo propietario de una sociedad de navegación, para redimir a su hijo reblandecido por la metrópoli londinense, le impone antes de morir que ponga sus restos mortales en la más bella de sus naves, y vaya él mismo a tirarlos al mar allí donde es más profundo, frente a Ma- casar. Los metros de casi todas las poesías son los de las cancioncitas londinenses de café-concierto, de ritmo muy cadencioso y rimas sonoras hasta el punto de que con frecuencia se advierte un contraste entre la forma popular y el pensamiento elevado y solemne. La expresión, a menudo vibrante, no siempre está exenta de retórica, de ideas demasiado indeterminadas. Kipling fue galardonado con el premio Nobel en 1907.
L. S. Filippi
… Se debe advertir que Kipling ha elevado una o dos veces el habla «cockney» a la dignidad de lengua poética (véase «The hymne of the Three Sealers»), Esto es filosófico y bello y, antecedente indispensable, es sincero. Ese dialecto podía haber sido usado con cierta condescendencia, sencillamente para un fin de «singularidad». Pero aquí el sentimiento de la poesía supera lo accidental de la lengua y la plasma solamente como parte de su triunfo final. (Shanks)