Comedia en tres actos de Jacinto Benavente (1866-1954), representada por primera vez en Madrid en el año 1908. Feliciano, propietario en Castilla la Nueva, tiene un éxito extraordinario con las mujeres. Se enamora de él incluso María Juana, hermanastra de su mujer y novia de su hermano José. Pero Feliciano, aunque enamorado de su hermosa cuñada, duda entre el deseo y el deber, y cuando José, que sospecha y vigila a ambos, se casa con María Juana, tiene la fuerza de renunciar. Entonces José, conformado con la realidad, vuelve a encontrar la serenidad y el amor del hermano, y un nuevo período se anuncia al fin, incluso en las relaciones entre Feliciano y Dominga, junto con el hijo tan esperado.
La comedia, casi carente de intriga, por el atento estudio del ambiente, que se refleja incluso en el sabor popular del habla de los personajes, es de tono auténticamente realista. Entre los caracteres, el de Feliciano, despreocupado Don Juan rural, pero sin carácter pendenciero, que sorprende al final con ciertas consideraciones sobre la vida y la muerte de las que no le hubiéramos creído capaz, no es tan notable como la figura y la realización psicológica de Dominga, a quien las mujeres de los mozos de su marido tratan de conmover presentándole sus hijos, en los que la enamorada «señora ama» reconoce sin dificultad rasgos que le son familiares. Más que los celos puede el orgullo de tener un marido tan irresistible. Se ha desesperado mil veces, creyendo que pudiese amar a otra cualquiera, pero ha llegado a convencerse de que no es así, que son ellas las que le aman a él, lo que a pesar de todo es para ella una satisfacción.
Criatura franca, incapaz de tolerar hipocresías y sin rencor, demasiado enamorada para responder al marido con la infidelidad, tiene al mismo tiempo que los impulsos de la mujer, el orgullo instintivo de la madre en sus contrastes: cuando se entera de que va a tener un hijo, lo quiere varón, para que la vengue sin dejar en paz a mujer alguna. Benavente alcanzó en 1922 el Premio Nobel.
F. Meregalli