Secuestrado, o sea Memorias de las aventuras de David Balfour en el año 1751, Robert Louis Stevenson

[Kidnapped. Being Memoirs of the Adventures of David Balfour in the Year 1751]. Novela histórica de Robert Louis Stevenson (1850-1894), publicada originariamente en la revista «Young Folks» y aparecida en un volumen el mismo año 1886.

Es un relato autobiográfico que el joven David Balfour hace de sus propias aventuras: el título sumario, a la manera del siglo XVIII, dice así: «Secuestrado, es decir, relato de las aventuras de David Balfour, en el año 1751; cómo fue raptado y retenido; sus sufri­mientos en una isla desierta; su travesía de la Escocia salvaje; su encuentro con Alan Breck Stewart y con otros famosos jacobitas escoceses; y todo cuanto hubo de soportar de su tío Ebenezer Balfour de Shaws, así llamado falsamente; escrito por él mismo». El meollo de la novela fue pro­porcionado a Stevenson por la historia del proceso de un tal James Stewart (Alian Breck), aventurero jacobita que asesinó a Colin Campbell, agente del rey legítimo contra los rebeldes escoceses. La época es la de las guerras civiles entre los jacobitas, partidarios de los Stuart, y los lealistas, propugnadores de Jorge II. David Balfour cuenta cómo, habiendo quedado huérfano, abandona su hogar para trasladarse, con el testamento paterno, a casa de su tío. Ha­bita éste una vieja casa de campo, medio derruida; es un viejo extravagante y ava­ro, que acoge con recelo al sobrino. Una noche lo envía a lo alto de una torre, sin luz; el muchacho, al resplandor de los re­lámpagos de una tempestad, descubre que los escalones terminan y piensa que el tío ha intentado desembarazarse de él.

En efecto, éste lo lleva por asunto de nego­cios a la ciudad vecina de Queensferry, donde el .muchacho sube a bordo de una embarcación que inmediatamente zarpa. El capitán ha recibido la orden de venderlo como esclavo una vez llegue a América. Una noche la nave choca con otra em­barcación y del naufragio de ésta sólo se salva un audaz aventurero jacobita: Alan Breck. Éste y el muchacho se ponen de acuerdo y sostienen una sangrienta lucha con la tripulación. Sigue una tregua, du­rante la cual naufraga la nave; el mucha­cho se encuentra solo con Alan Breck y con él inicia la travesía de los bosques selváticos de Escocia. Habiendo sido ase­sinado un agente del rey, llamado Colin Campbell, los dos aventureros son buscados como presuntos autores del crimen y, du­rante varias semanas, vagan por la espe­sura, cruzando las ensenadas y montes y tratando de regresar a Queensferry. Final­mente, David consigue hacerse reconocer; se descubre que su padre, habiendo sido rival en amor de su hermano, por un ori­ginal pacto había cedido a éste todos sus bienes familiares con el fin de poder casarse con la mujer amada. Pero ahora todo debe volver a manos del muchacho, que es el heredero legítimo.

Las desventuras de David Balfour han terminado. Los protago­nistas del libro de Stevenson generalmente son muchachos: y este David (cuyas aven­turas continúan en Catriona, v. más ade­lante) es un gemelo novelesco del Jim (v.) de La isla del tesoro (v.) y del Dick de La flecha negra (v.). Como éstos, es un mu­chacho atrevido y airoso, orgulloso de poder intervenir en las luchas en que se mez­clan hombres hechos a los peligros y de salir triunfante luchando de igual a igual con ellos. Históricamente interesante es la evocación de la vida de los clanes esco­ceses: motivo favorito también de algunas novelas de Walter Scott. Mas, para Ste­venson, los tiempos transcurridos son como regiones lejanas a las que llega un hombre moderno, sediento de aventuras, pero vivo por su actualidad: así, el correr del tiempo no hace sino ensanchar los confines de los muchos viajes en el espacio por él conta­dos, sin cambiar su naturaleza. En cambio, Walter Scott siente, a veces, la necesidad de apoyar el presente en el pasado y de reanimarlo en aquel clima lejano. Por tal motivo, posiblemente, la prosa de Steven­son, con su pureza musical y su alado rea­lismo, no envejece y ofrece fermentos lite­rarios que todavía hoy actúan sobre nuestro gusto.

P.G. Conti

*    Stevenson escribió una continuación de la novela con el título de Catriona, publicada en Londres en el año 1893. Catriona recoge las memorias posteriores de David Balfour, en su patria y fuera de ella. La p0arte más importante de la novela es aquella en que David intenta obtener, con riesgo de su libertad y su vida, la absolución de James Stewart of the Glens, injustamente acusado por el asesinato de Colin Campbell. Alan Breck huye al continente, y Catriona, hija del renegado James More, es la prometida y luego esposa de David Balfour. También esta segunda novela tiene bellas escenas de ambiente y descriptivas de la campiña escocesa; e incluso hace pensar en las obras de Scott, si bien su fragancia es más li­gera; y aun cuando Stevenson parece hallarse en su medio mejor cuando el am­biente de sus narraciones es la misma Es­cocia natal, aquí nos parece un poco can­sado; y su historia no está desprovista de monotonía. [Trad. española de Kidnapped y Catriona por José Farrán y Mayoral bajo el título Las aventuras de David Balfour (Barcelona, 1944)].

A. Camerino

Fue un hombre verdaderamente univer­sal: y dijo cosas sensatas no sólo sobre todos los asuntos, sino, en lo que es ló­gicamente posible, en todos los sentidos. (Chesterton)

A fuerza de un trabajo desmedido, que no consigue nunca transformar la imitación en instinto, logra pulsar aquella nota que él halló siempre difícil sostener, aunque los amigos no cesaron de asegurarle que era la más armoniosa de la lira contem­poránea inglesa. El estilo de Stevenson fue un estilo adquirido, no natural, que había sido forjado como una cadena más que como un instrumento. (E. F. Benson)

Stevenson sabe bien, demasiado bien, dónde debe detenerse. Se da por satisfecho sacrificando cualquier invención a la ca­dencia de una frase. Rechaza cuanto no fluye sin estorbo en el esquema plástico y musical. No causa asombro que un escritor tan completo y sereno sea considerado, y precisamente por personas que parecen en­tendidas, como una de las mayores desilu­siones de la literatura inglesa por lo que no se atrevió a hacer. (E. Cecchi)