Colección de composiciones musicales polifónicas de Andrea Gabrieli (1510-1586). Su título original en latín es: Andreae Gabrielis organistae Sereniss. Reipubl. Venetiarum Psalmi Davidici, qui Poenitentiales nuncupantur, tum omnis generis instrumentorum, tune ad vocis modulationem accommodati. Sex vocum.
Fueron publicados en Venecia en 1583 con una dedicatoria al papa Gregorio XIII, en la que Gabrieli declara haberse inspirado en la religiosa compunción del texto bíblico y en la tradición musical del antiguo profeta, quien utilizó en sus composiciones musicales tanto los instrumentos como la voz humana. Añade que al concebir sus Salmos ha pensado en una ejecución sólo vocal o sólo instrumental, o para voces e instrumentos a la vez. En la Capilla musical de San Marcos, de la que Andrea fue organista desde 1564, era, en efecto, particularmente cultivada también la música instrumental y, además de las músicas concebidas directamente para instrumentos, también las compuestas para voces eran a menudo adaptadas a la ejecución instrumental. Pero en realidad los Salmos de Gabrieli son de espíritu esencialmente vocal: la adaptación instrumental, desaparecidos los gustos y los usos particulares de la época y del ambiente, no parece ya conveniente o por lo menos da la sensación de una disminución de la obra de arte.
Los salmos musicados son siete: todos a seis voces, como dice el título, y compuestos de varias partes, de dos a seis. Una copia completa de la edición antigua está conservada en la biblioteca del Liceo musical de Bolonia, otra en la Biblioteca municipal de Ferrara, y otras en varias bibliotecas aunque contienen sólo las partes de las voces, ya que la publicación en partitura no se usaba entonces. No existe una edición moderna íntegra. El fragmento «Beati quorum remissae», primera parte del segundo salmo de la colección, está publicado en el segundo volumen del Arte musicale in Italia, antología de Luigi Torchi; el salmo VI, «De profundis clamavi», en dos partes, en el primer volumen de las Istituzioni e monumenti dell´arte musicale italiana, colección dirigida por Benvenuti. La polifonía de Gabrieli se revela amplia y severa, quizá no tan densa y copiosa como la de Palestrina, pero de carácter diverso, tendiendo aquí y allá a la disposición vertical de las voces (o sea, a acordes nota contra nota), pero sin que pierdan nunca la ductilidad propia de la mejor polifonía del siglo XVI.
No predomina siquiera aquella particular estructura de los «coros batientes» o «coros quebrados» [spezzatti] (o sea, con la división del coro en varios grupos que se respondían a distancia, produciendo en el ambiente de la basílica de San Marcos poderosos efectos de sonoridad: v. Motetes de Willaert) que, sistemáticamente usada, conducía tal vez a la disolución de la polifonía y al triunfo del barroco vocal. No existe, en suma, en estos Salmos el predominio del color fastuoso y algo superficial que se muestra, en cambio, en varios músicos de la escuela véneta, como en Giovanni Gabrieli, sobrino de Andrea, aunque a veces también en Andrea, especialmente en algunas composiciones profanas. Ciertamente, también en los Salmos el sentido del color es vivísimo, y no está fuera de lugar la comparación con los pintores venecianos de la misma época que se les ocurrió espontáneamente a los musicólogos más sensibles, desde Ambros en adelante. Pero dentro de este color, el sentimiento religioso habla siempre su lenguaje más alto; y la impresión artística que se origina de ello es la de frescos luminosos y monumentales.
F. Fano