[Egilssaga]. Compuesta en el siglo XIII, es la historia del mayor escaldo del siglo X, Egill Skallagrimsson (900-982). La saga comienza con los hechos de Ulf, el cual en su juventud había tomado parte en expediciones de los vikingos, y que por la noche solía convertirse en lobo hechicero (de donde el sobrenombre de Kveldúlf, esto es, «lobo nocturno»), y de sus hijos Thórólf y Skallagrim (esto es, Grim «el calvo»).
En el centro de esta primera parte se halla el relato de las relaciones entre las familias de Koeldülf y Harold el de la hermosa cabellera, el cual entonces estaba ocupado en extender su dominio por toda Noruega suprimiendo a los reyezuelos locales y reduciéndolos a vasallos suyos. Los mensajeros de Harold se presentaron también a Kveldúlf, poderoso magnate que no había hecho acto de homenaje, haciéndole grandes promesas. Kveldúlf respondió que ya era viejo y no quería convertirse en vasallo. Su hijo mayor, Thórólf, se sintió en cambio atraído por una coyuntura que le prometía gloria, riqueza y honores; y así entró al servicio de Harold, tomó parte principal en aquella batalla del Hafrsjord (872) que decidió la fortuna del rey y fue despojado de sus derechos feudales y después muerto cuando se disponía a emigrar. Su muerte merece ser recordada, pues refleja las costumbres de aquella sociedad y de aquel tiempo. El rey, después de cercar la casa y haber mandado salir a las mujeres, los niños, los viejos y los criados, mandó prenderle fuego.
Thórólf consiguió abrirse paso a punta de espada hasta el heraldo regio: entonces todos se le echaron encima y el propio rey le infirió el golpe mortal. El anciano Kveldúlf quiso ser informado de las hazañas y la muerte de su hijo, pero se negó a presentarse al rey y* pedirle reparación. En su lugar fue su hijo, el gigantesco Skallagrim, con doce compañeros. Invitado por Harold a entrar en su séquito, aunque comprendía mejor que su hermano el favor regio, Skallagrim respondió que a Thórólf le trajo desgracia servir al rey, y que él sería todavía menos apto para aquellos servicios que su hermano mayor. Por consejo de Olvir, Skallagrim y los suyos se alejaron entonces velozmente en la nave, perseguidos en vano por los hombres del rey. A la familia de Kveldúlf le era ya imposible permanecer en Noruega. De este modo, armadas grandes naves, llevando consigo a sus familiares y sus bienes muebles (los inmuebles nadie, por temor, había osado comprarlos), partieron hacia Islandia; y, liquidados sus bienes, se fue luego también tras ellos Ingvar, el suegro de Skallagrim. En Noruega, el rey persiguió a los amigos de los desterrados. Comienza, entonces, la historia de Egill, el hijo menor de Skallagrim, excepcional- se calman y él llega sano y salvo. Pero cuando a su regreso encuentra su casa en ruinas y a Ingeborg casada con otro, va a Baldershage, insulta a Helge y Halfdan, incendia el lugar sagrado, se embarca con sus hombres y anda errante por las costas guerreando.
Al fin, Fridhthjóf se presenta al rey Ring, que lo acoge con grande afecto y honor, lo tiene en su corte y después, cuando se halla en trance de muerte, lo proclama duque y regente de sus tierras hasta la mayor edad de sus hijos. Muerto el rey Ring, Fridhthjóf e Ingeborg se unen en matrimonio. Helge y Halfdan se rebelan una vez más contra la unión de su hermana con un vasallo y marchan a guerrear contra él. Helge resulta muerto, Halfdan se rinde y Fridhthjóf se apodera de sus tierras asumiendo el título de rey de Sogn. El estilo de la Saga de Fridhthjóf es el tardío, el de las sagas llamadas «del tiempo antiguo», en las cuales el sobrio relato totalmente de hazañas de las sagas «islandesas» ha sido substituido por el gusto por las situaciones sentimentales, por lo novelesco y lo exótico.
V. Santoli
* La Saga de Fridhthjóf, como es natural, agradó a los románticos sentimentales enamorados de la Edad Media; y así, el sueco Esaias Tegnér (1782-1846) se complugo en narrarlo de nuevo (1825). La Saga de Frithiof [Frithiofssaga] de Tegnér consta de una serie de partes narrativas, líricas y dramáticas, en distintos metros, según la diversa inspiración. Por coincidir felizmente con el gusto de la época, la fama de Tegnér ha quedado también consolidada con la Saga de Frithiof.
La poesía de Tegnér no recuerda el contemporáneo clasicismo de un Thorwaldsen y de un Canova, sino, deseando hacer paralelos, más bien al genial Sergel de garras de león. Bajo la piel luminosa hay carne y hueso y una corporeidad plástica lo llena todo con claridad e inmediatez de vida. (P. Lagerkvist)