[Geographischwissenschaftliche Ergebnisse meiner Reisen in Zentral-Asien]. En esta obra, publicada en 1894-97, el explorador sueco Sven Hedin (1865-1952), tras haber trazado una breve historia de las precedentes exploraciones europeas en Asia, narra su viaje por el Turkestán oriental y por el Pamir, que hasta entonces habían sido las regiones menos exploradas, sobre todo en el aspecto topográfico.
Habiendo partido de Oremburgo, ciudad sobre el río Ural, y recorrido 1.500 kilómetros en un carro tirado por caballos, la expedición alcanzó sin incidentes importantes la ciudad de Taskent, desde donde con una marcha a pie llegó sin dificultad hasta la base de una cordillera que cierra el acceso al Pamir, el gran altiplano que es conocido como «el techo del mundo» por su altitud media de 5.000 metros. Aunque todos trataron de disuadirle, Sven Hedin quiso forzar el acceso a la gran altiplanicie interior y, atravesando con grandísima dificultad un primer valle de 5.500 metros, entró en el corazón del Pamir, cuyos valles cubiertos por varios metros de nieve recientemente caída fueron superados sólo a costa de una ímproba fatiga. Grande fue su alegría cuando consiguió alcanzar la Pamirske Post, estación rusa aislada entre altas montañas.
Siguiendo su marcha hacia Oriente, llegó sin dificultades a Kaschgar, donde, por la gentil acogida que le dispensaron todas las autoridades, decidió establecer su cuartel general. Emprendió luego la travesía, de Sur a Norte, del desierto de Tekla Makane, una especie de Sahara asiático, infinito mar de arena en dunas que poco faltó para que se convirtiera en su tumba y . la de sus compañeros; después de algunas semanas de viaje se hallaron faltos de agua y en un estado de extrema debilidad. Adelantándose con la única compañía del fiel Kazim, Sven Hedin se dirigió a una selva que creyó se hallaba a orillas de un río, pero cuando la alcanzó, ya en el límite de sus fuerzas, descubrió que el río estaba seco. A punto de abandonarse a la desesperación, las huellas de camellos salvajes le condujeron a la fuente deseada.
Valiéndose asimismo de la ayuda de pastores nómadas que halló más allá, pudo regresar y salvar a toda la caravana y el material que había dejado en las dunas arenosas. Volvió a Kaschgar después de llevar a cabo algunas expediciones secundarias, y organizó una gran caravana con la que logró resolver algunos problemas geográficos de grandísimo interés, intentando llegar a Pekín finalmente. Atravesó por segunda vez y sin incidentes el Tekla Makane, y llegó al lago Lob Nor siguiendo el curso inferior del Tarim. En aquel punto el río desaparece. Determinó la posición del extraño lago, que difería mucho de la señalada algunos años antes por un geógrafo chino. Penetró entonces en el Tibet occidental y, sin dejar la ruta hacia Oriente, alcanzó el Koukou Nor, espléndido lago encerrado entre altísimas montañas en las cuales viven numerosísimos tibetanos; después un valle que rebasa los 4.000 metros y luego el autor llegó a la gran llanura china y a la ciudad de Pekín, desde donde el ferrocarril transiberiano lo llevó a su patria. En este libro, Sven Hedin cuenta con vivacidad y precisión las más importantes empresas que llevó a cabo, que le valieron el nombre de «el Stanley de los desiertos asiáticos centrales».
F. Dusi