[Abregé de la vie des peintres]. Obra del tratadista de arte francés Roger de Piles (1635-1709), publicada en París en 1699 y que comprende noticias biográficas y reflexiones críticas sobre los pintores más célebres, desde la Antigüedad hasta los tiempos modernos.
De los seis libros en que está dividido el Resumen, el primero trata de los antiguos griegos. El segundo está dedicado a los artistas romanos y florentinos, desde el siglo XIII hasta el siglo XVI, pero incluye también a pintores de otras escuelas italianas del siglo XV. El tercer libro tiene por tema a los grandes pintores venecianos; el cuarto a los lombardos y emilianos, como Correggio, Carracci y Caravaggio; el quinto a los alemanes, flamencos y holandeses; el sexto, en fin, a los franceses hasta Philippe de Champaigne, Charle Le Brun y Claudio de Lorena.
Mientras en la parte biográfica el autor se limita en general a resumir noticias extraídas de autores precedentes — como Vasari, Van Mander, Baglione, Bellori y Sandrart —, en las notas críticas que siguen a las vidas de los principales maestros demuestra notable finura e independencia de juicio, hasta el punto de superar, al menos parcialmente, los fundamentos académicos de su doctrina sobre el arte. Hay, en efecto, mucho de tradicional en los principios teóricos de De Piles, como las opiniones sobre la función del dibujo, sobre la utilidad de las academias y sobre la imitación de los antiguos. Un singular documento de dogmatismo y de eclecticismo académico será también, por otra parte, su célebre Balanza de pintores que termina el Curso metódico de pintura [Cours de peinture par principes, 17081, dedicada a establecer el mérito comparativo de los principales maestros, ^asignándoles cierto número de puntos (de cero a veinte) para cada una de las categorías de la composición, el dibujo, el colorido y la expresión (a Rafael y a Rubens, los primeros en la escala, les corresponden en conjunto sesenta y cinco puntos, y veinticuatro al último, que es Giovanni Bellini).
El clasicismo de De Piles tiene, sin embargo, cierta entonación decisivamente naturalista que anuncia en cierto modo las ideas estéticas de Diderot y su condena de la belleza absoluta en nombre de lo natural. A través del criterio naturalista (la esencia del arte es la imitación de la naturaleza: ésta sólo es imitable en cuanto es visible y visible en cuanto coloreada), el escritor alcanza el reconocimiento de la importancia capital del color en la pintura, reconocimiento que es su mayor conquista teórica al compararlo con las doctrinas dominantes de la Academia personificadas por Le Brun. Al respeto por los antiguos y por Rafael, excelente en la expresión y en el dibujo, sirve de contrapeso en el Resumen una admiración más convencida y sincera por los venecianos, particularmente por el Ticiano, y por los flamencos y holandeses del siglo XVII.
Por encima de todos, De Piles admira a Rubens, incluso en sus aspectos más libres y atrevidos, reconociéndole la fuerza del genio superior a las reglas aprendidas y capaz de crear otras nuevas. Aunque con alguna reserva, reconoce también las supremas cualidades pictóricas de Rembrandt, mientras no se le escapan las fallas de color de Poussin y de los demás académicos de moda. En fin, aunque siga dando mucha importancia a la nobleza y a la dignidad del asunto, está muy lejos de ser esclavo de los «géneros» y define agudamente el carácter artístico de la pintura de paisaje. De Piles es el más típico y autorizado representante de aquel grupo de aficionados al arte que, en la segunda mitad del siglo XVII, determinaron en Francia una orientación crítica vivamente antidogmática y antitradicional. En este sentido el Resumen, ampliamente difundido, es la obra más característica del fecundo escritor.
G. A. Dell´Acqua