En Salzburgo, en 1773, esto es, después de regresar de sus largas permanencias en Italia, Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) escribió su primer Quinteto en «si bemol» (K. V. 174), para dos violines, dos violas y bajo, formación instrumental que él adoptó después constantemente en sus Quintetos para cuerda.
Es justo observar que, mientras en los seis Cuartetos (v.) para instrumentos de cuerda, compuestos en la misma época, se muestran evidentes los caracteres que Mozart asimiló del arte instrumental italiano, este quinteto, en cambio, está casi por completo privado de esa influencia, y parece enlazarse con el género del «Divertimento», de la «Serenata» y de la «Casación», esto es, de formas muy practicadas por los viejos maestros alemanes, que no tenían más propósito que el de amenizar alegremente las manifestaciones mundanas; y esto confirma que Mozart, siguiendo las huellas de sus predecesores, tardó en ver en el quinteto un género tan noble y puro como el cuarteto. Los sucesivos Quintetos de Mozart fueron compuestos en Viena.
Es incierta la fecha, pero sin duda está comprendida entre 1782 y 1784, del Quinteto en «mi bemol» (K. V. 407) para trompa y cuarteto de cuerda: en el cual en lugar de los dos violines figuran dos violas, cuyo sonido produce con mayor evidencia expresiva la »atmósfera vaporosa y soñadora en que se mueve la obra, dominada por el canto de la trompa que emerge entre las voces apagadas de la cuerda. Cierto parentesco^ ideal aproxima a esta obra el Quinteto en «mi bemol» (K. V. 452), para piano, oboe, clarinete, trompa y fagot, compuesto en 1784 para uno de los conciertos vieneses. «He escrito un quinteto que ha obtenido un éxito extraordinario — se lee en una carta de Mozart a su padre—, yo creo que es lo mejor que he escrito en mi vida». Es profunda la sugestión poética que emana de esta composición desarrollada en un entretejido de partes instrumentales sin cargas contrapuntísticas, de manera clara y sencilla, por medio de una fresca invención melódica; en ella se inspirará Beethoven para su Quinteto op. 16.
Los sucesivos Quintetos pertenecen al período que fue llamado el más romántico de Mozart, por la elevada inspiración y la fuerza dramática que emanan de sus composiciones, y que, anunciado en 1786 por las Bodas de Fígaro (v.), dura cerca de un bienio; comprende el Don Juan (v.) y algunas entre sus más imponentes Sinfonías (v.). Del 1787 es, en efecto, el Quinteto en «do» (K. V. 515) que anuncia el fervor romántico de la próxima Sinfonía Júpiter (v.), final de su primera época, en que los temas, contrapuestos dramáticamente, se desarrollan en ritmos febriles y atrevidas modulaciones. El «Minuetto», que según la práctica ya desusada ocupa el segundo lugar, ofrece un carácter singular en sus fases de sosegada distensión. En el «Andante» el primer violín y la primera viola, emergen, desarrollando un diálogo de amplia expresividad, mientras en el «Allegro final» todos los instrumentos concurren a una ceñida sucesión de alegres y precipitados motivos.
El Quinteto en «sol menor» (K. V. 516) para instrumentos de cuerda, escrito también en el mismo año (1787), es obra de íntima poesía; un drama de sentimientos que contrapone a un profundo dolor una resuelta voluntad; y en el que ya Beethoven se deja sentir en sus acentos más personales. Esta milagrosa anticipación es evidente sobre todo en el «Finale», en que el «Allegro», todo chispeante de alegría y ternura, va precedido de un «Adagio», doloroso, casi parlante, acompañado de quedos acordes. En esta obra, que parece el poema del alma humana ante una «pallida mors futura», se intenta ver un reflejo del estado psicológico de Mozart, por aquellos días, temeroso por la salud precaria de su padre, que murió poco después. Pero las ansias románticas de aquel momento del arte mozartiano se aplican a la belleza pura y serena que informa las composiciones del período siguiente, al cual pertenece el Quinteto en «la» (K. V. 581) para clarinete y cuarteto de cuerda (1789), conocido por Stadler-Quintett, según el nombre del amigo a quien fue dedicado.
Está formado de un «Allegretto» al que sigue un «Larghetto», en el cual el clarinete y el primer violín dialogan dulcemente, el «Minuetto» y un «Finale» en forma de variaciones. El retorno al Clasicismo, después de la experiencia romántica, se muestra más evidente todavía en las obras mozartianas de 1790, a menudo con predilección por el contrapunto, tratado de manera muy libre, y caracterizado por un finísimo sentido de la melodía. En el Quinteto en «re» (K. V. 593) para instrumentos de cuerda, construido a través de un complejo laberinto polifónico, se hace evidente, en efecto, el ansia de Mozart para lograr nuevas soluciones expresivas. El último Quinteto, en «mi bemol» (K. V. 614), para cuerda, llamado «Quinteto de los pájaros», fue compuesto en el año de su muerte (1791). La fantasía del músico se manifiesta en él con plena libertad de estilo en el diseño, y en el ritmo, que en el trío del «Minuetto» adquiere casi los movimientos de un vals romántico.
Finalmente, van comprendidos entre los Quintetos, también el Quinteto en «do menor» (K. V. 406) que en realidad es la transcripción para instrumentos de cuerda de la «Serenata» (K. V. 388) (v. Serenatas y la Pequeña Serenata nocturna (v.), que fue compuesta en Viena en el año ,1787 para cuarteto de cuerda y contrabajo.
M. Bruní
Componer es mi alegría única y mi sola pasión. (Mozart)
No sería exacto decir que Mozart es «ante todo» músico. Es «sólo» músico. (Rolland)
El «Adagio» [del Quinteto en «sol menor» K. V. 516] alcanza una altura que el propio Beethoven no sobrepasará sino en su segundo período. (D. V. Thovey)