Principios Fundamentales de Economía Política, Karl Menger

[Grundsdtzeder Volkswirtschaft]. Obra del austríaco Karl Menger (1840-1921), publicada en Viena en 1871. Siguiendo las ideas de los economistas ingleses, el autor abandona el método de la llamada «escuela histórica alemana», para cimentar teóricamente la ciencia económica sobre la observación psicológica del com­portamiento del hombre que tiende a satis­facer sus necesidades, considerándolo diri­gido por las mismas leyes e impulsos en todas las épocas («homo eoconomicus»).

Así Menger, siguiendo los principios de la «es­cuela austríaca» de la que él es el autor clásico, en vez de partir de la consideración de entidades económicas abstractas (valor, utilidad, etc.) parte de la consideración del fenómeno fundamental: las necesidades hu­manas. Ni siquiera a éstas da importancia y significado objetivos: en economía no im­porta lo que el hombre necesita «realmente», sino lo que él «cree» necesitar. Por lo tanto, según Menger, no existen bienes económi­cos absolutos; una cosa representa un bien cuando un cierto sujeto, económico se en­cuentra con ella en una cierta relación, debida, por regla general, a su manera de concebir sus propias necesidades, y a sus ideas respecto a esa cosa. La teoría del valor de Menger sigue las directrices de la llamada teoría de la utilidad marginal: el valor respectivo de los bienes depende de la cantidad disponible de los mismos en relación a la necesidad total del individuo o de la sociedad.

Es decir, que el valor de una cosa es tanto mayor cuanto más care­cemos de ella para alcanzar una completa satisfacción de la respectiva necesidad. Des­pués de establecer estos principios funda­mentales, Menger analiza, con un estudio meramente teórico, el cambio, el precio, la moneda: Como se ve, su estudio no sigue ni el orden de los factores económicos (tie­rra, capital, trabajo) ni el de los fenómenos económicos (producción, circulación, distribución y consumo), precisamente porque reduce cada tipo de ente o proceso econó­mico a su base, es decir a la posición psi­cológica del hombre respecto a sus necesi­dades y a la satisfacción de éstas. Su mé­todo consiste en someter a examen el fenó­meno más sencillo (el precio en el cambio realizado sólo entre dos personas) para ir complicándolo lentamente, considerando un grupo de consumidores que entran en com­petencia sobre cierto bien suministrado por un único productor; luego el precio cuando compiten entre sí, por una parte, los consumidores y, por otra, los productores.

Par­tiendo de la imposibilidad de satisfacer com­pletamente las necesidades humanas, es de­cir, de la limitación cuantitativa de los bie­nes, Menger explica y justifica la distinción entre régimen comunista y régimen del de­recho de propiedad, el primero valedero para aquellos bienes que siguen siendo dis­ponibles más allá de la necesidad total, el segundo impuesto por la limitación de cier­tos bienes respecto a la necesidades. A Men­ger y sus continuadores se objetó que el análisis psicológico o de los motivos huma­nos, impuesto por su concepción de la ecomonía, acaba por basarse sobre entidades psicológicas (necesidad, necesidad total, sa­tisfacción, etc.) que no son más concretas que las entidades económicas consideradas por las otras escuelas, e implican el aban­dono de todo estudio social de la economía y de toda consideración global de las gran­des líneas de los hechos económicos.

Corro­boran estas objeciones el hecho de que Menger, como otros representantes de la escuela psicológica, sea el heredero de una determinada escuela psicológica: la utilita­ria o hedonista, para la que toda la acti­vidad psíquica humana se debe explicar partiendo del placer o del dolor como úni­cas causas de todos los procesos psíquicos. Al caer esta concepción unilateral de los procesos mentales, la escuela psicológica de la economía ha de renunciar a ser la última instancia en el estudio del fenómeno eco­nómico, o reformarse radicalmente.

M. M. Rossi