Poesías, J. V. Foix

Comprenden las si­guientes publicaciones del poeta catalán J. V. Foix (n. 1894): Gertrudis (1927), KRTU (1932), Sol, i de dol (1936, aparecida en 1948), Les irreals omegues (1948), Copia d’un lletra tramesa a Na Madrona Pignau de Palau Ca Verdera (1915), Quatre nus (1953) y On he deixát les claus… (1953), así como la labor dispersa en las revistas «L’Amic de les Arts», «Hélix», «Quaderns de poesía», etcétera.

Algunas de estas publicaciones es­tán redactadas en prosa, pero por su con­tenido y por su estilo son auténticamente poesía. Foix surge de la plena y rica efer­vescencia de los grupos vanguardistas cata­lanes, en los que figuró también el pintor Salvador Dalí. Pero el poeta supo superar pronto la gesticulación y el tremendismo, lo accidental de aquellos movimientos y convertirlos en provechosa experiencia… Sus primeros poemas datan de 1917, y de él podríamos decir que es un surrealista «avant la lettre». Los movimientos de vanguardia proporcionaron a J. V. Foix una técnica expresiva que, unida a un gran conocimien­to del idioma catalán, habían de conducirle a la creación de su extraordinario mundo poético que parece nacido del sueño o de la revelación.

Para él «superrealismo» sig­nifica simplemente «superación de la reali­dad», y a este objeto ha escrito: «Del sobrerreal al sobrenatural, per ais esperits d’excepció, hi ha només un cop d’ala. Ángels amb carota de dimonis senyoregen aqüestes volades per espantar els intrusos». El poeta recientemente ha extremado su actitud ne­gando toda vinculación de su obra al su­rrealismo. Pero Foix conserva, a pesar de todo, una técnica literaria característica de este movimiento. Otro aspecto de su obra lo constituye su preocupación lingüística. En diferentes ocasiones el poeta ha mani­festado que escribe como si la lengua y la literatura catalanas no hubieran sufrido los siglos de decadencia, y se vincula volunta­riamente a la tradición viva del siglo XV.

Ello le conduce a usar vocablos y formas arcaicas, extraídas de Llull o de Ausiás March que contrastan maravillosamente con los términos más actuales. De la temática de la literatura provenzal y catalana de la Edad Media, tan rica en símbolos y alego­rías y actitudes de hermetismo semejantes a la suya, sabe sacar Foix (especialmente en los sonetos de Sol, i de dol) motivos para sus poemas. El estilo de Foix llega a su más alto grado de plenitud poética en Les irreals omegues y en On he deixat les claus… (que recoge sus excelentes «Christmas»), donde consigue crear una auténtica «realidad poética», llena de magia y suges­tión verbales.

Fundamentalmente hay, en estos poemas, una actitud barroca, manifes­tada en el uso extraordinario de los símbolos y de las metáforas. El poeta consigue, con ellos, dar vida a un mundo de puros valores poéticos y literarios. Su forma — para ofrecer un paralelismo instructivo, sin que por ello signifique influencia de ningún género — es semejante a la de las Soleda­des (v.) de Góngora o a la de la Fábula de Equis y Zeda de Gerardo Diego (v. Poe­sías). El verbo de Foix posee un dinamis­mo, una fuerza de creación que es única en la poesía catalana actual. La palabra, en libertad, da origen a un paisaje de maravilla, completamente irreal.

La metá­fora y el simbolismo son los medios para lograr esta total conversión de los episodios y de la realidad, y no se limitan a sugerir o a comparar, sino que transforman radi­cal y esencialmente, hasta el punto de que la anécdota es irreconocible. Todo en él se convierte en magia y en sueño. Momen­tos hay en que esta poesía parece casi un conjuro, una fórmula litúrgica. Tiene toda ella una profundidad de luz y de tiniebla, de radiante mediodía y de misterio noc­turno. Finalmente, Foix, como los poetas castellanos de la generación del 27, ha sido uno de los más hábiles imitadores de las formas populares. En 1956 Foix ha publi­cado un conjunto de poemas en prosa con el título Del «Diari, 1918».

A. Comas

Un vanguardista neorromántico clasicizante. (Ll. Montanyá)

Transportado al terreno libre del sueño, J. V. Foix crea, con una fuerza poética admirable, toda una serie de visiones supra- rreales, con un estilo normalísimo y depu­rado. Porque J. V. Foix es uno de nuestros primeros estilistas. Y no lo es solamente por una instintiva disposición, sino por un concienzudo estudio del idioma. (G. Díaz-Plaja)

…¿y quién, entre nosotros, ha tenido más poderoso que él [Foix] el sentido de esta inexplicable, irreductible entidad que es un verso? (Caries Riba)