La edición más conocida es la veneciana de 1656, pero otras la habían precedido y otras la siguieron, testimonio del difundido favor de que gozó, durante todo el siglo XVII, la musa de Gerolamo Preti (1582-1626).
Es conocido en las historias literarias como uno de los más fervorosos imitadores de Marino; pero es necesario tener presente que una íntima necesidad de depurar sus versos y una confesada predilección por la concepción platónica del amor, con la consiguiente aversión hacia aquella difusa voluptuosidad que respiran hasta las más inocentes octavas del Adonis (v.), lo apartaron muy pronto de su gran modelo. Con todo, en él quedó el amor por las atrevidas transposiciones, por las metáforas grandiosas en que consiste tanta parte de la poética de la época barroca. «Si alguna lengua necesita voces escogidas y peregrinas — había dicho él a Aleandro — para dar más grandeza a la dicción poética y hacer que se aleje de la bajeza, nuestra lengua es la que más lo necesita».
Y Aleandro añade que no sabe de quien tenga «en tal materia más delicado gusto que nuestro gentilísimo poeta Girolamo Preti». Y a éste le tocó, a pesar de la forma conceptuosa, descriptiva y sonora de algunos trozos «de bravura», como la descripción del reloj de péndulo, el ser considerado más tarde, por su concepción stilnovistica del amor, uno de los precursores de los ideales que triunfaron con la Arcadia (v.); de manera que sus rimas fueron solicitadas cuando ya la idolatría por Marino había tenido su ocaso hacía tiempo.
En efecto, no deja de ser frecuente descubrir en sus versos una ternura suspirante, que preludia tímidamente los modos de la Arcadia. Recuérdense los tercetos finales del soneto «Un rio, qui gorgogliando in fra le sponde» que es de los más conocidos. Reposando el poeta en amena soledad, le parece que el soplo del aura, el murmullo del río y el canto de los pájaros son los verdaderos acentos del lamento que sobre él difunde la naturaleza, por el rigor de su dama: «Quanti augelletti, o Cinzia, ascolti e miri,/In qual linguaggio lor pianger, cred’io/della fierezza tua, de’ miei martiri !/Anzi mossi a pietà del dolor mio,/ Vanno emulando i pianti e i miei sospiri,/ Spirando l’aura e mormorando il rio». Una selección de las obras más singulares y más bellas de este poeta se halla en el volumen de los Lirici marinisti preparado por Benedetto Croce para la colección «Scrittori d’Italia» (Barí, 1916).
G. Franceschini