Poesías, Charles d’Orléans

[Rondeaux]. Obra de Charles d’Orléans (1391- 1465), fundamental para el conocimiento de la poesía francesa del siglo XV. Descu­bierta por el abate Sallier y publicada frag­mentariamente por él en 1740, según el ms. francés 1104 de la Biblioteca Real (después Nacional), fue en seguida incluida en varias ediciones.

Hecho prisionero en la batalla de Azincourt (1415), el autor vivió durante veinticinco años alejado de su patria; con todo, hijo de Valentina Visconti (Valentina de Milán), había adquirido en sus maneras y expresiones poéticas una elegancia casi italiana, gracias a la cual su vida, por dolo- rosa que fuese, no debía reflejarse directa­mente en su poesía, sino por aquel conte­nido acento patético que le venía de la sepa­ración de su esposa y de sus amados hijos. Por esto sus Rondeaux unen a la delicadeza y la galantería del verso una limpidez for­mal que parece ser — en sí misma — su única intención; en un sueño alegre y leve, el prisionero va pensando en los lugares lejanos y en sus amigos, del mismo modo que la ofrenda de su corazón es para un mundo admirado como una fábula toda gen­tileza y preciosidad. Así, el amor por la dama guía la inspiración de su juventud y presta un acento delicado a su homenaje a la belleza; su prisión añade al mundo lírico del poeta una reflexiva indignación, pero no la condiciona; y, como lo repre­senta una célebre miniatura, el poeta está encerrado en la Torre de Londres junto al Támesis surcado de barcas, y en medio de los guardianes va escribiendo tristemente junto a una ventana.

Se comprende, pues, cómo, en una actitud literaria no ajena a los mismos ideales trovadorescos. Charles d’Or­léans pudiera cantar con tibieza su amor («Refranchissez le château de mon cueur» y «Prenez tost ce baisier, mon cueur»), y por otra parte se difuminase con rebuscado júbilo en representaciones alegóricas, habi­tuales en la última poesía de la Edad Media francesa, como la Naturaleza, la Infancia, la Juventud, personificadas como graciosísi­mas doncellas. Algunas poesías, un tanto amargas y satíricas, contra los engaños de la pasión y hasta contra los confiados aman­tes, muestran, al regresar de su prisión, un carácter fatigado y privado del apego a la vida de su tiempo; su galantería se trans­forma entonces en artificioso ejercicio, y ya no revela aquel mundo de elegancias y nobles armonías.

C. Cordié

Sus temas son poca cosa: la insignifi­cancia del amor cortés, la insignificancia de la «nueva estación» que expulsa al in­vierno. Pero tiene el don del estilo; renueva aquellos temas gastados con su gracia im­prevista, con frescas imáqenes; lo que hacía ya tres siglos decían todos, él lo dice tam­bién, pero como ninguno de ellos. (Lanson)