Poesía Juglaresca y Juglares, Ramón Menéndez Pidal

Obra de investigación historicoliteraria de Ramón Menéndez Pidal (n. 1869), publicada en 1924. Precisa el tema de los juglares, que está a la base de la literatura romá­nica. Ante todo dilucida la significación del término «juglar», que se utilizó peyorativa y analógicamente.

Luego aborda el proble­ma de si el germen de los juglares está tan sólo en los «mimi» romanos, o bien deben considerarse asimismo los antecedentes ára­bes y germánicos. Opinión esta última com­partida por el autor. Con ello se entra en el tema de los tipos afines al juglar: trova­dores, segriers, cazurros, bufones, zaharro­nes, soldaderas y juglaresas… y aun los enigmáticos caballeros salvajes. Todos ellos se interferían a veces, y se querellaban. Precisa es la distinción. Menéndez Pidal cita algunos criterios diferenciadores, tales como el de los estamentos sociales o el de los utensilios de su profesión. En el campo es­trictamente juglaresco cabe diferenciar los instrumentos musicales: de cuerda, de vien­to y de percusión.

En este capítulo Menén­dez Pidal impugna la teoría que considera a los juglares músicos generalmente polifa­céticos. A continuación presenta el libro la vida social del juglar, su presencia tan esti­mada por señores y plebeyos, en festines, ceremonias religiosas y guerras. Los regalos que recibían, las disposiciones reales y cle­ricales que les afectaban. Lo cual exigía distinguir entre juglares de baja estofa y juglares honrados, a los que se puede consi­derar verdaderos artistas. El errabundeo de los juglares, su carácter internacional merecen especial estudio, de acuerdo con, los tipos de juglares: independientes, adscritos a una corte o a un señorío. Por este camino se llega al estudio de dos grandes corrien­tes de juglaría en España: los cantores de lírica cortesana (gallega, cazurros), y los juglares de poesía narrativa, consultados fre­cuentemente por los cronistas.

Tras la lucha entre las escuelas literarias acontece la deca­dencia de los juglares de gesta y el primer éxito de los romances. Finalmente se aborda el tema del juglar como creador o seguidor de una tradición, con el problema incluido del propuesto exclusivismo oral. Tras un apéndice termina este libro referente a «cuantos se ganaban la vida actuando ante el público».

R. Jordana