Obra de Gonzalo de Céspedes y Meneses (15859-1638), publicada por vez primera en Madrid en 1615. Es una novela perfectamente barroca y característica del autor, que en ella deja entrever varios motivos autobiográficos: «en parte verdaderos y en parte fingidos desengaños», nos dice al presentar su relato.
El tono de este poema en prosa, en el que se descubren con frecuencia endecasílabos intercalados, no se sabe si intencionados o no, tiende a lo desorbitado, denunciando ese «manifiesto gusto por lo horrible, por el pesimismo y la desilusión», al que hace referencia Amé- rico Castro al hablar de él. No falta tampoco un agudo sentido del paisaje ni una adecuada ambientación. El principio del libro, ejemplo típico de narración barroca, revela el estilo que preside toda la obra: «Bramaba el aire, y con nublados negros a trechos matizaba el celestial color…» En la primera parte se narra la aventura siguiente, que puede dar una idea de la marcha general de los lances que en este libro se relatan: Gerardo está enamorado de Clara y logra, después de haberla seguido hasta Ávila, penetrar en su habitación. Gerardo y su amigo Fernando hieren luego a don Rodrigo, pretendiente también de Clara, que rondaba su calle. Fernando aconseja a Gerardo que procure, en las visitas que haga a su amada, entrar por lugar más oculto, pues sus entrevistas son conocidas y corre gran peligro.
En efecto, en una de ellas es descubierto por el tío y criados de Clara, que le hieren; Gerardo logra escapar y se refugia en un convento, pero es hecho prisionero y se ve obligado a huir, enterándose luego, por carta de Fernando, que Clara desapareció una noche de casa de su tío. Escrito «a la soledad de una torre», este trágico poema es el índice de una vida vivida en la intensidad de la aventura con emoción y sentimiento, siempre al borde de la muerte, que el autor sintió muy cerca en más de una ocasión, antes de lograr la paz y el bienestar de los últimos años que gozó en la corte de Felipe IV, de cuyos favores fue beneficiario.