Pelléas et Mélisande, Varios

Otros músicos se han inspirado en Pel­léas et Mélisande. Recordemos la «suite» homónima de William Wallace (1860-1940) estrenada en 1900; las músicas de escena de Jean Sibelius (1865-1957); el poema sin­fónico op. 5 de Arnold Schònberg (1865-1957) y la ópera de Gril Scott (n. 1879); y sobre todo la «suite» de Gabriel Faiuré (1845- 1924), titulada también Pelléas et Mélisande.

Esta obra, que data de 1898, sirvió de inter­ludio a las representaciones del drama de Maeterlinck dadas en Londres, en el Teatro del Príncipe de Gales. Esta partitura com­prende cuatro fragmentos: «Prólogo», «Hi­landera», «Siciliana» y «Final». El «Prólo­go» parece evocar algún bosque misterioso y profundo; la angustia que se desprende parece más legendaria que humana. Un te­ma desesperado alterna con una triste can­tinela cantada por los violoncelos. Golaud y Mélisande vagan por las mismas tinieblas. El coro de Golaud finalmente suena más claro y más próximo. El destino ha tren­zado sus hilos… «Hilandera» podría ser­vir para definir el estilo y la escritura de Fauré.

Los violines evocan el dulce runrún de la rueca. Dos temas que se contraponen, simbolizan quizá los dos héroes del drama. Un canto puro, cándido, se eleva, se esparce, y muere como una deli­cada flor. No hay aquí el simbolismo ni el idealismo de Debussy, sino la expresión más simple, más humana, del drama eterno del amor de Mélisande. La «Siciliana» no fue compuesta en la misma época que el resto de la obra. Es el fruto de un proyecto anterior que había quedado sin encontrar su día de realización. Fué añadida al Pelléas et Mélisande, pero a pesar de su encanto no encaja del todo bien, quizá a causa de su indolente ligereza.

El último interludio, «Adagio», es la página maestra de la parti­tura. Se escuchan los pasos de la muerte que acecha a Mélisande, se escuchan asi­mismo las crueles proposiciones del impla­cable Golaud, cuyas sospechas jamás serán apaciguadas. Toda la resignada pasión del drama de Maeterlinck está condensada en algunos compases de este «Adagio». Pelléas et Mélisande está escrito para una orquesta reducida. Charles Koechlin ha realizado una nueva versión orquestal para los con­ciertos sinfónicos; Alfred Cortot ha trans­crito para piano sólo la «Hilandera».