Mostellaria, Plauto

[El fantasma]. Comedia de Plauto (2559-184 a. de C.) cuyo título procede del fantasma («Mostellum», peque­ño «monstrum») que puebla imaginaria­mente una casa deshabitada. En realidad, en la casa está armando juerga, junto con su amigo Calidámates y dos muchachas, el joven Filólaques que, durante la ausencia de su padre Teoprópides, ha derrochado gran parte del patrimonio paterno. En lo mejor del banquete, Tranión, un esclavo muy astuto, parecido por el ingenio a Es­tico (v.), a Epídico (v.) y a otros criados plautinos, lleva la noticia de que está a punto de llegar el padre de Filólaques, pero, viendo que ambos jóvenes están ya borrachos y en compañía demasiado alegre para verse sorprendidos sin escándalo, pre­fiere recurrir a la astucia. Después de cerrar con llave la puerta de la casa, sale y es­pera que Teoprópides llame. Como si pasase en aquel momento por casualidad, sa­luda a su señor y le aconseja que se aleje pronto de dicha casa, deshabitada desde hace tiempo, pues ronda por ella el fantas­ma de un asesinado que ha obligado a Filólaques a huir e ir a vivir al campo.

Ape­nas ha terminado de decir la primera men­tira, cuando inmediatamente ha de inventar otra; un usurero, acreedor de Filólaques, llega para exigir que Teoprópides salde una deuda contraída por su hijo. Sin titubear Tranión inventa que dicho dinero ha ser­vido como prenda para la adquisición de una nueva casa, ya que la antigua era in­habitable. El padre lo aprueba, pero quiere ver la nueva casa. Se precisa una tercera mentira; la casa del vecino Simón se presta al engaño y Tranión, con el asentimiento de Simón, finge que está en venta; Teoprópi-des la visita y queda satisfecho. Pero en este punto el difícil castillo construido por el astuto criado se derrumba de golpe. Dos criados fieles y sumisos, enterados de la lle­gada de su señor, corren a saludarle y por ellos se entera de la verdad. Se busca a Tranión. Pero éste ha entrado ya en la casa para advertir a Filólaques y a su ami­go Calidámates, conjurándoles a que salgan y se encuentren con el furioso padre. Ca­lidámates es el más hábil y, saliendo al encuentro del viejo, con hábil elocuencia y más aún ofreciéndose a pagar las deu­das del derrochador, consigue calmar al padre, que al fin perdona a su hijo y al criado enredón que se ha refugiado, por lo que pudiera suceder, junto a un altar.

La comicidad de la obra nace de la necesa­ria concatenación de mentiras y enredos; la inventiva fecunda y despreocupada del criado ha de producir continuamente nue­vos expedientes para salvarse y salvar a su joven amo. Y el juego de la improvi­sación entre la sucesión amenazadora de lo inesperado, hace de la Mostellaria una de las mejores comedias plautinas y una de las más imitadas en el siglo XVI italiano. [Trad. española de P. A. Martín Robles, en Comedias de Planto, tomo V (Madrid, 1945)].

F. Della Corte

Plauto y Terencio no son artistas crea­dores. (F. Schlegel)

Nunca superado después por ningún la­tino en el aspecto cómico. (Leopardi)