Moralidades Legendarias, Jules Laforgue

[Morali­tés légendaires]. Obra en prosa del francés, uruguayo de nacimiento, Jules Laforgue (1860-1887), publicada en 1887. Bajo la ac­titud irónica, que era una de las caracte­rísticas de las Lamentaciones (v.), y que también le sirve perfectamente para la ma­teria narrativa, el artista examina, con su refinamiento de moderno, leyendas y tra­diciones de la Antigüedad, personajes literarios y creencias religiosas para inter­pretarlas de manera verdaderamente ins­pirada, en que las pasiones y los senti­mientos se desnudan de su carácter ideal para identificarse con la vida de cada día.

En «Hamlet o las consecuencias de la pie­dad filial» [«Hamlet ou les suites de la piété filiale»] considera a aquel «extraño personaje» del célebre drama en su vulga­ridad de hombre común; el príncipe va al cementerio, tiempo atrás teatro de sus ma­cabras reflexiones, se encuentra con unos sepultureros que no lo conocen y se en­tera de que van a enterrar a Ofelia, a quien se ha encontrado ahogada, y de que él es hermano del bufón Yorick por vía de ma­dre; en vano se esfuerza en conmoverse. Después muere, herido por la venganza de Laertes, quien reprocha a su locura la muerte de Polonio y de su hermana Ofelia. Por medio de la viva parodia de los famosos monólogos, el príncipe parece un quídam mezquino que intenta sacar un significado de su propia vida. También «Lohengrin, hijo de Parsifal» [«Lohengrin, fils de Parsifal»] y «Salomé» [«Salomé»] se reducen a una amable fantasía: la de,lanzar continuas pu­llas sobre los personajes y el ambiente histórico por medio de anacronismos y de bufonerías, ocultas bajo apariencia de gravedad. Ciertos mitos transmitidos por los siglos lejanos se prestan mejor todavía a este camuflaje; en «Pan y la Siringa, o la invención de la flauta de siete tubos» [«Pan et la Syrinx, ou l’invention de la flûte à sept tuyaux»] y en «Perseo y Andrómeda, o el más feliz de los tres» [«Persée et An­dromède, ou le plus heureux des trois»], donde juega con imperturbable malicia con las vicisitudes del dragón, monstruo de la leyenda antigua.

«El milagro de las rosas» [«Le miracle des roses»] describe las aluci­naciones (debidas a la visión de la sangre y del color rojo) de una enferma, y une la viveza de una fiesta religiosa a morbosas inquietudes. La obra muestra una acre ironía que vulgariza situaciones legendarias y poéticas, ya establecidas por la tradición, y reduce a la experiencia de cada día la acción de los héroes y de ilustres persona­jes. De este contraste refinado y de la abun­dancia de observaciones, amargamente bur­lonas, se origina la actitud propia de La­forgue: un romanticismo no confesado que se reviste de cinismo y desenvoltura, con extremado refinamiento de estilo.

C. Cordié

Había en aquel joven un hombre genial, tal vez un Swift, pero un Swift templado por el sentimiento y la poesía. (De Gourmont)