Poesías del tiempo [Mein Glaubensbekenntnis, Zéitgedichte]. Colección de versos publicada en 1844 por Ferdinand Freiligrath (1810-1875). Freiligrath, que era hasta entonces conocido como poeta de baladas, escribió en 1840, año que señala en alemania el nacimiento de la poesía política, una poesía titulada «De España» (la primera parte reproducida en este volumen) por la ejecución del general Diego de León ordenada por Espartero, en la que exalta el espíritu de partido sellado por el sacrificio.
En 1842, el poeta suabo Herweg hizo un viaje a través de alemania, viaje que se transformó en un triunfo y que culminó con la audiencia que le fue concedida en Koenigsberg por el rey Federico Guillermo II, después de la cual, como se le prohibiera el diario que trataba de fundar, Herweg se permitió escribir al rey una carta que, según el parecer de Freiligrath, perjudicaba en lugar de servir a la causa de libertad que entrambos defendían. De aquí la poesía «Carta» contenida en esta colección, y que dio origen a los más encendidos odios partidistas contra Freiligrath, decidiendo su vocación de poeta político. Sintió cómo bajo el movimiento burgués, dirigido a la obtención de más amplias libertades políticas, se escondía también un programa más vasto de peticiones formuladas por estratos sociales más amplios. Rotos entonces los lazos con sus amigos poetas del lado burgués, se acercó más cada día a los partidos extremos, con un espíritu que debía llevarle a colaborar con Karl Marx en la redacción de la «Neue Rheinische Zeitung». En esta colección de versos de 1844, las dos tendencias, la burguesa liberal y la social, dejan oír sus voces. Las poesías de la segunda parte, a diferencia de las de la primera, «que contiene voces que se refieren a los tiempos de la búsqueda de sí mismo», son «la voz de un credo fuerte y definido».
El poeta, en una especie de autoconfesión llamada «Buena mañana», cuenta cómo resistió la llamada del viejo mundo romántico legendario y nocturno y cómo lo abandonó para dirigirse hacia el sol y la vida: «Y a mi pueblo dije buena mañana, como, si Dios quiere, le diré otra vez buenos días. Parto libre para el pueblo y estaré a su lado. El poeta debe estar junto al pueblo». «Ninguna de estas poesías — escribe — ha sido buscada, todas han nacido de los acontecimientos, resultado necesario e inevitable de su choque contra mi sentido de justicia y contra mis convicciones». Poesías, pues, de ocasión; y, sin embargo, más inmediatas y vivas que las baladas e inmunes de las influencias literarias que de ordinario se advierten en Freiligrath. Sin embargo, la facilidad y el ímpetu poético no están exentos de cierto énfasis y redundancia verbal que no las favorece.
F. Federici