Mi Filosofía, Oliver Lodge

[My Philosophy]. Obra del físico inglés Oliver Lodge (1851-1940), que expresó en ella su concepción física, filosófica y espiritualista del mundo y de la vida.

Partiendo de su teoría del éter y de la convertibilidad de la materia en ener­gía radiante, llega al origen de la vida, «poder de dirigir la energía en nuevas di­recciones, por medio de ondas de forma (form-waves)». Pero el Universo contiene también Mente y Espíritu (entidades cuya naturaleza nos es desconocida); y todas las ciencias,’ con la psicología, son partes in­tegrantes de un todo inteligible. Vivimos dos vidas a un tiempo: la planetaria y la cósmica: y espiritual, y disponemos de dos cuerpos: el físico, usado por el alma, y el espiritual, etéreo, usado por el espíritu co­mo vehículo de sus propias manifestaciones, y el segundo puede interferir al primero. Es probable que todos los demás objetos sensibles tengan, además del cuerpo físico que nosotros percibimos, una contrapartida etérea que sólo podemos inducir. Mientras estamos asociados a un cuerpo no tenemos noticia directa de nuestro órgano etéreo; y Lodge admite que él no habría concebido jamás esta teoría si no hubiese tenido am­plias pruebas de que el alma sobrevive a la deposición de la envoltura material (Lodge desde 1910 se convirtió en cabeza intelec­tual del espiritismo británico y contribuyó a la teoría y a la investigación psíquica con numerosos escritos).

La vida y el pensa­miento no fueron jamás funciones del cuer­po material, sino que únicamente se ma­nifiestan por medio de él, y esto es verdadero para cualquier forma de energía, la cual no nos es conocida sino por sus efectos sobre un cuerpo material, y no tenemos nin­gún derecho a pensar que la vida se ex­tingue cuando ya no está asociada de modo normal con la materia, la cual, según Lodge, ocupa una infinitésima parte del espa­cio mientras que no hay región privada de éter y de energía. Existen, además, hechos bien demostrados (Lodge cita cinco, entre ellos el del «medio ladrillo» escondido en vida por un difunto, en un lugar sólo co­nocido por él, y vuelto a encontrar por su comunicación mediánica), que parecen de­mostrar no sólo la existencia de un mundo espiritual, sino también la supervivencia personal. La hipótesis del cuerpo etéreo, con su entretejido de ciencia moderna y filosofía tradicional, representa la parte más discutible y discutida de la obra. Ésta es abundantemente utilizada en los círculos espiritistas, especialmente para interpretar los fenómenos de materialización, de adi­vinación, y los telecinéticos.

G. Pioli