Obra en cuatro libros, en la cual Aristóteles (384- 322 a. de C.) resume y coordina las investigaciones de sus predecesores desde Tales, esforzándose por sacar de ellas consecuencias definitivas y ciertas y establecer todos los vínculos posibles entre la meteorología y las ciencias próximas a ella: la física, la fisiología, la zoología, la botánica, etc.
Esta obra, que fue libro de texto hasta los umbrales del Renacimiento, ofrece notable interés histórico. Sus primeros tres libros tratan de las influencias recíprocas de los cuatro elementos constitutivos del cosmos (fuego, aire, agua, tierra), de los que derivan todos los fenómenos meteorológicos en sentido lato. Se alude también a un quinto elemento: el éter, que llena los espacios celestes, y que no es aire ni fuego y parece tener un cometido impreciso, sin intervenir en los fenómenos; pero a su acción se une la del calor solar. El aire, por ejemplo, se evapora y sube para volver a descender en forma de precipitaciones acuosas, en diversas formas. Existe, dice Aristóteles, como una corriente perpetua que desde .el centro del Globo emana hacia las extremidades de la atmósfera para volver después de éstas a aquél. Los fenómenos meteorológicos se clasifican en «reales» (lluvia, nieve, granizo, etc.) y «aparentes» (arco iris, halo solar, etc.); en «próximos» y «lejanos».
El tratado comienza por los más lejanos: los cometas, la Vía Láctea, para pasar luego a los más cercanos: lluvia, nieve, granizo, trueno, rayo, huracán. Se concede gran extensión a la teoría de los vientos, de su origen, de sus características, y a la del terremoto, explicado por Aristóteles como una dilatación de corrientes subterráneas. Entran así en el tratado meteorológico fenómenos que para nosotros no tienen nada que ver con la meteorología. Con todo, debemos admirar la información aristotélica en torno al asunto, lo más vasta que aquellos tiempos podían permitir. De algunos fenómenos, como el del arco iris, Aristóteles intuyó casi la explicación exacta. Es artísticamente bello el fragmento que se refiere a los vientos y a la formación de las aguas sobre el Globo. El cuarto libro trata del recíproco influjo y la mezcla de los dos principios activos contrarios (calor y frío, fuego y aire) y de los dos pasivos (humedad y sequedad, agua y tierra) y de la estabilidad y cambio de los cuerpos inorgánicos y orgánicos.
En realidad, el tema pareció extraño a la meteorología, y el comentador de Aristóteles, Alejandro de Afrodisia, propone separar este libro final de la Meteorología para añadirlo luego a la Generación y corrupción (v.), al cual es más afín por su tema.
A. Mattioli