Documento de la vida de Napoleón y de su leyenda son las llamadas Memorias de Constant, primer ayuda de cámara del Emperador, sobre la vida privada de Napoleón, su familia y su Corte [Mémoires de Constant, premier,; valet de chambre de l’Empereur, sur la vie privée de Napoléon, sa famille et sa cour], publicadas primero en Paris, en 1820, en seis volúmenes con un apéndice anónimo sobre El Piamonte bajo el Imperio [Le Piémont sous l´Empire], y varias veces reeditadas y refundidas.
En realidad, estas Memorias no fueron escritas directamente por el buen ayuda de cámara Constant (que se llamaba Wairy de apellido), sino que salieron de las manos de Charles-Maxime de Villemarest (1758-1852), redactor de las aún más conocidas Mémoires de M. de Bourienne (1829) y Mémoires de Mlle. Avrillon (1833). Y sin duda, también en las del ayuda de cámara introdujo, inconscientemente, «insinuaciones malévolas», como dijeron los lectores más avisados. Sea como sea, gran parte de las noticias sobre la vida privada del Emperador provienen de la relación, durante tres lustros, entre Napoleón y su criado: sus costumbres, sus gestos, sus aventuras privadas, están presentados con agilidad viva y sagaz, e, independientemente del hecho de que nadie es grande para su ayuda de cámara, se ve que en contacto con la humilde vida cotidiana, el rey de reyes aparece en su aspecto de excepcional trabajador, hombre frugal, buen marido y padre. Las mismas vicisitudes de la familia de Napoleón contribuyen a mostrar su temperamento, su ductilidad ante los hechos inesperados. Al adquirir muy pronto popularidad, el libro contribuyó bajo la Monarquía de Julio a divulgar la leyenda de un Napoleón sencillo y amante de la gloria y del bien de sus súbditos. Algunas omisiones de importantes hechos políticos son explicables por la limitación de la observación de Constant, ligada a pequeños hechos y anécdotas y no a acontecimientos históricos propiamente dichos.
C. Cordié