Tragedia en 5 actos
María Estuardo, que se halla encerrada en el castillo de Fotheringhax bajo la acusación de haber conjurado contra la reina Isabel, es condenada a muerte. Inocente de la culpa que se le imputa para desembarazarse de ella —legítima pretendiente al trono de Inglaterra y defensora de la fe católica—, María se siente oprimida por el sentimiento de culpa que le produce la antigua flaqueza que la empujó a entregarse al conde de Bothwell, el asesino de su esposo, lord Darnely.
El conde de Leicester, favorito de Isabel aunque secretamente enamorado de la bella y fascinante rival de la reina, propone un encuentro de pacificación, mientras que otro admirador de María, Mortimer, trama para conseguir liberarla. Durante la conversación, en un principio María se somete hasta el punto de pedir perdón; pero ante la actitud burlona de Isabel, y llena de desdén, le echa en cara a la reina su origen ilegítimo.
Con este gesto su destino se halla irrevocablemente marcado. Mientras tanto, la conspiración en favor de María es descubierta y Leicester, que la apoyaba, se salva lanzando todas las acusaciones sobre Mortimer. Éste se quita la vida con el nombre de María en los labios. Se difunde la voz de una nueva conspiración contra la reina. El pueblo reclama el castigo de los culpables.
Isabel se decide, por instigación de Burleigh, a firmar la ejecución inmediata de la sentencia capital. María, que aparece ahora animada por una voluntad trágicamente falta de esperanza, se dirige al patíbulo noblemente, casi como si se encaminara a la liberación de una condición vejatoria para su realeza y, al propio tiempo, a una expiación necesaria.