Los Siete Salmos Penitenciales Trovados, Pedro Guillén de Segovia

Canto lirico religioso en oc­tavas del poeta español Pedro Guillén de Segovia (1431-1474?), constituido por un prólogo, siete salmos y un final. Después de haber rogado, en el prólogo, a Dios que escuche sus lamentos, y haber pedido a las cosas creadas que le ayuden a ofrecer a Dios sus salmos, el poeta desarrolla am­pliamente los temas de la devoción cris­tiana: invoca el perdón de Dios para sus propias debilidades.

Le afirma su voluntad de hacer penitencia, envidiando cristiana­mente a los justos, pide indulgencia por las posibles caídas futuras debidas a la de­bilidad de la carne, invoca la purificación de su corazón para que pueda servir de ejemplo a los demás, expresa su confianza en la misericordia de Dios, y pide, al ter­minar, en el último salmo y en el final, con ánimo apaciguado, la gracia de la peniten­cia en la muerte. Su canto en octavas de octosílabos, y tetrasílabos alternados con rima a-b-b-a-a-c-c-a, se desenvuelve en gradual apaciguamiento del alma del poe­ta, desde el remordimiento y la desolación a la confianza de ser asistido por Dios. Un vasto aliento poético da a su larga compo­sición un sentido de unidad, una entona­ción musical que armoniosamente acompaña el movimiento interior de sincera fe reli­giosa que caracteriza este documento de la primitiva lírica religiosa castellana.

Su te­ma es, en ciertos aspectos, vuelto a tomar por Juan de Mena (Debate de la razón contra la voluntad o Poema de los siete pecados mortales) y por Gómez Manrique en «Planto de las virtudes» (v. Cancionero), procede de aquella concepción filosófica senequista de la vanidad del mundo, típica­mente española y que hallará su más alta expresión lírica en las Coplas a la muerte de su padre (v.) de Manrique.

G. C. Rossi

Son casi el único ensayo de poesía bí­blica directa que encontramos en nuestra literatura de la Edad Media. (Menéndez Pelayo)