[Les Réfractaires]. Obra polémica del escritor Jules Vallés (1832-1885), publicada en 1866. Según él, «refractarios» son cuantos no se doblegan ante las falsías del mundo, no piensan en un empleo estable y no alaban a los gobiernos que sólo quieren de ellos sumisión y temor: artistas, bohemios, obreros, sienten que la libertad de la vida es lo mejor de la tierra, y por ello sacrifican afanes y ocios, duermen al aire libre y se dedican a trabajos humildes y mezquinos, con tal de seguir adelante su existencia y decir valientemente lo que sienten.
La obra, inspirada en una neta posición republicana, enlaza en cierto modo con la exaltación de los bohemios hecha por Mürger (v. Bohéme), pero junto al amor hacia los humildes y desheredados, adopta con orgullo una actitud de reivindicación social realmente notable. Compuesta de capítulos que presentan a los diversos «irregulares» de París, se extiende en una exaltación del proletariado y de cuantos se encierran en su individualidad con gesto de desafío; este violento carácter de peroración no impide que, de una amplia y casi indistinta epopeya de desheredados y picaros, destaquen algunas figuras de excepción, conseguidas con vigor ejemplar.
Las aventuras de algunos «refractarios», a veces errabundos entre pueblos lejanos y a veces antiguos estudiantes y artistas (Fontan Crusoe, Poupelin, llamado «Mis papeles», Chaqué «el orientalista») están descritas con viveza caricaturesca, que recuerda por la continua deformación polémica algunos tipos de la novela picaresca española. Particular relieve tienen las páginas dedicadas a un «refractario ilustre», el crítico Gustave Planche (1808-1857), por su existencia inquieta, por la continua miseria y el desprecio hacia toda conveniencia social. En otras partes, como «El domingo de un joven pobre, o el séptimo día de un condenado», el autor, con causticidad no exenta de melancolía, observa el contraste entre sus aspiraciones y la miseria a que se ve obligado. Una inspiración rica en colores, como en la fantasía de un cuento de aventuras, se halla en el «Bachiller gigante», donde se narran los azares de amor y rivalidad en torno a una joven, Rosita, y las abyecciones a que obliga la pasión en la eterna comedia de la humanidad.
Referencias polémicas contra la literatura de la época, en la exaltación de obras que sirven para la renovación social y la sátira de las costumbres burguesas, forman en esta colección de escritos el enlace natural de una narración que ora se opone abiertamente a las leyes y costumbres, ora se inspira nostálgicamente en la visión de un mundo menos injusto. Por todo esto, la obra es, junto con la «Trilogía de Jacobo Vingtras» (v. El niño, El bachiller, El sublevado), un notable documento histórico de la Francia democrática y revolucionaria de la segunda mitad del siglo XIX.
C. Cordié