[The Dynasts]. Obra épico dramática en tres partes, diecinueve actos y ciento treinta escenas, en verso y prosa, publicada, la primera parte en 1904, la segunda en 1906, y la tercera en 1908. El argumento consiste en la historia de las últimas décadas del reinado de Napoleón, de 1805 hasta la derrota de Waterloo. La primera parte habla de la batalla de Trafalgar y las etapas victoriosas de las guerras napoleónicas en el continente hasta Austerlitz; la segunda presenta la derrota de Prusia, la guerra de España, la tentativa de Napoleón de afirmar su dinastía en el trono de Francia mediante su divorcio de Josefina y el matrimonio con María Luisa; la tercera está dedicada a la campaña de Rusia, la batalla de Leipzig, la primera abdicación de Napoleón, el Congreso de Viena, la fuga de la isla de Elba, y la batalla de Waterloo.
A estos acontecimientos históricos asisten espectadores sobrenaturales que el poeta llama «intelligences» o «spirits» a la cabeza de los cuales está el «Inmanent Will» que representa la fuerza inconsciente que mueve el mundo. Ya desde principios del XIX al acentuarse la divergencia entre las tendencias literarias predominantes y los gustos, especialmente teatrales, del público, se había difundido en Inglaterra el uso de escribir dramas no representables. Estas obras, con todo, no habían perdido jamás de vista las posibilidades prácticas de la escena, pero Hardy no se preocupó en absoluto de esto y destinó su obra únicamente a la «representación mental». La compleja estructura de esta épica dramática tiende a poner al lector en situación de mirar la historia desde diversos puntos de vista y de verla como parte de un proceso cósmico permitiendo al mismo tiempo al autor, expresar sus propios comentarios durante el desarrollo de la acción.
Los comentarios sirven para poner de manifiesto las partes de los sucesos históricos que no pueden ser representados en forma dramática. Los Dinastas expresan la orientación del pensamiento de Hardy en el último período de su actividad.
El determinismo fatalista que le había llevado a concebir a los hombres como el resultado, y al mismo tiempo las víctimas, del ambiente en lucha contra una fuerza ciega por la cual eran vencidos de una manera fatal, se encuentra, en parte, también, en esta épica dramática que quiere demostrar que todo esfuerzo humano es parte de una voluntad superior inconsciente, que condiciona y domina ciegamente todas las actividades de la vida; pero durante el desarrollo de la grandiosa narración, Hardy se acerca a la esperanza de que esa voluntad llegue a desarrollar en ella una conciencia, por medio de la cual puede guiar a los hombres a forjar sus destinos. Este destello de esperanza es el elemento nuevo respecto al cerrado fatalismo precedente contra el cual el escritor había reaccionado con la ironía. La obra, que conserva la versificación difícil característica de Hardy, no puede ser juzgada balo el aspecto teatral: su valor reside en los numerosos momentos de poesía que contiene.
S. Rosati