[Les CorbeauxJ. Comedia en cuatro actos de Henry Becque (1837-r 1899), representada en París el 14 de septiembre de 1882.
Vigneron, industrial que ha llegado a ser rico a fuerza de trabajar mucho, disfruta su bienestar junto a su mujer, tres hijas y un hijo, sin abandonar el trabajo. Socio de una fábrica floreciente, inició desde hace poco tiempo la construcción de unos inmuebles. Mientras se festejan las inminentes bodas de una de sus hijas, a Blanca, le alcanza la muerte. El hijo, que hasta ahora sólo había pensado en divertirse, es llamado para cumplir su servicio militar; sobre la viuda y las huérfanas se lanzan los cuervos; el socio de la fábrica, Teissier, viejo avaro, el apoderado, el arquitecto. Aparentemente en lucha, se ponen todos de acuerdo para aprovecharse de la inexperiencia de las mujeres, mientras aseguran protegerlas. Finalmente éstas tienen que ceder por nada los terrenos y las construcciones iniciadas, y por casi nada la copropiedad de la fábrica. Es casi la miseria.
El novio de Blanca, a la que había seducido, la abandona ahora que su dote se ha esfumado, y la muchacha casi pierde la razón; una de las hermanas, Judit, busca en vano trabajo; la otra, María, sensata y buena, se casará con el viejo Teissier, salvando a la familia con su sacrificio. Será éste, ahora, quien vigilará los cuervos. «Desde la muerte de su padre — dice — están ustedes rodeadas de sinvergüenzas». Obra ruda, amarga, balzaquiana por la manera robusta con la que son descritas las figuras de los rapaces hombres de negocios; primera afirmación, inigualada, del teatro naturalista. Su color uniformemente gris, después del primer acto de una exquisita alegría, impidió que tuviera éxito en los teatros, pero pronto se consideró como una obra maestra, de las que permanecen más allá de las modas y de los gustos, superándolos con la fuerza auténtica de la verdad y el encanto de la poesía.
V. Lugli
Hernani, la Dame aux camélias, los Corbeaux, son las tres fechas capitales del teatro francés del siglo XIX. (Pellissier)
Nos ayuda a comprender que lo que nuestros padres llamaron naturalismo, fue la continuación del romanticismo. (F. Mauriac)