[Stavitelé chrámu]. Poesías líricas del poeta checo Otokar Brezina (1868-1929), publicadas en 1899. En el desarrollo de la concepción breziniana, desde el pesimismo de Lontananzas misteriosas (v.) a través de la trascendencia mística de Aurora en Occidente (v.) y la fe de amor de Vientos de los polos (v.) hasta la conclusión optimista de Manos (v.), Los constructores del templo representan una etapa de excepcional potencia lírica, pero de momentáneo arresto espiritual, bajo el peso del retorno de las graves incertidumbres, de las preguntas trágicas, de la concentración de todas las dudas individuales en una nueva oleada de pesimismo universal (“Con la muerte hablan los durmientes”). Pero en la visión de todo el mal y del dolor que oprimen la tierra, grano de arena en el cosmos, pero cosmos también ella, hay un primer ser elegido, el poeta, que tiene la tarea de recoger en su alma todo el dolor del mundo, la tristeza de la materia para transformarla en luz, en esperanza; y junto al poeta, en las hileras infinitas de los desheredados, los constructores del templo de Dios, los constructores de un futuro mundo mejor.
Pero, para que este mundo surja, hace falta todo un proceso hacia la autoperfección, de la que los mártires, los profetas, y los locos, no son más que un ejemplo, pues el individuo tiene que llegar a ser “todos”, la colectividad, la humanidad. Más que en los otros volúmenes, en éste (que es su cuarta selección de poesías) se revelan en su madurez interior los varios elementos de la concepción filosoficopoética de Brezina, desde los nietzscheanos a los brahmánicos; pero sobre todo el río de las imágenes, la música de la expresión tiene aquí, en Los constructores del templo, su cumbre; tal vez por una menor abstracción de la concepción y un mayor acercamiento a la tierra, que señala también, después de las apocalípticas visiones, el regreso al optimismo y a la fe (“Saludemos la primavera”).
E. Lo Gatto