[Les paysans]. Novela de Honoré de Balzac (1799-1850), escrita y publicada en 1844. Debe considerarse como una de sus obras más felices, representando la plena madurez de su genio de escritor. A diferencia de la mayoría de los relatos de Balzac, la intriga es sencilla. El general de Montcornet, antaño brillante oficial del Imperio (v. la Paz doméstica), bajo la Restauración y precisamente en los años de 1823 a 1826, quiere asegurar bases más sólidas a su fortuna convirtiéndose en gran propietario rural. Para ello compra en Borgoña una propiedad extensísima y de gran valor, «Les Aigues»; pero su carácter altanero y sus modales típicamente ciudadanos revelan muy pronto al elemento local, sospechoso e irritado, que no es hombre del campo. Por obra del intrigante Rigou (v.) que se alia con dos alcaldes de los pueblos vecinos, Gaubertin y Soudry, se forma contra él una verdadera conjura. Cualquier tentativa del nuevo propietario está destinada a desarrollarse en un ambiente de hostilidad y encuentra en sus mismos aldeanos una testaruda y secreta resistencia que se revela en episodios cada vez más amenazadores e irritantes: así que Montcornet acaba desanimándose y abandonando la empresa, vendiendo sus tierras que sus enemigos se reparten con grandes provechos.
El asunto central se enriquece con gran cantidad de detalles, estudiados y reproducidos con obstinada energía, de modo que sugieren una idea de la sociedad campesina, particularmente tenebrosa y opresiva. Como si el autor hubiese abandonado deliberadamente toda imagen idílica tradicional, los aldeanos de Balzac son hombres ambiciosos, pacientes y obstinados, sólo preocupados en hacerse cada vez más dueños de la tierra en la que han nacido. También aquí Balzac ha querido elevarse a historiador de un gran fenómeno social, desencadenado como tantos otros por la Revolución; en la oscura formación de una nueva sociedad rústica que surge silenciosa y brutalmente, en perjuicio de una sociedad civilizada pero fatalmente desvitalizada, le parece ver la expresión quizá más significativa del drama característico de su época. En Los Aldeanos estas nuevas fuerzas surgen directamente de la tierra y tiene la misma lenta, ciega y sagaz violencia de una fuerza natural. La obra señala así una fecha en la historia de la novela francesa, anunciando el agudo e impasible realismo de un Flaubert, tanto como el naturalismo de un Zola.
M. Bofantini