Les Guépes, Alphonse Karr

[Las avispas]. Revista po­lítica mensual compuesta por Alphonse Karr (1808-1890) y publicada en París desde no­viembre de 1839 hasta enero de 1849. El au­tor, hostil no tanto a la monarquía de julio cuanto al gobierno que la representa, de­clara en su primer número haber tenido que recurrir a este procedimiento para po­der exponer con franqueza su pensamiento acerca de los hombres y de los aconteci­mientos contemporáneos, independientemen­te de toda ambición y de toda influencia de partido, desde el momento en que las restricciones fiscales sobre la libertad de imprenta han quitado los periódicos a los hombres de pluma, que son pobres, para entregarlos a los ricos, esto es, a los ne­gociantes y mercaderes. Durante diez años sigue, pues, soltando en la vida francesa sus «avispas», que zumban y pican de ma­nera no siempre inocua ni siquiera para el autor, el cual, entre otros casos, una vez estuvo a punto de ser apuñalado por una vengativa dama. Sus temas son diversos: políticos, sociales, literarios.

Un rey que no es rey, con el cabello gris y el paraguas en lugar de corona y cetro, el pueblo ignorante embriagado de palabras y arrastrado a las plazas públicas, a la cárcel, a la muerte, por los que se llaman sus amigos, dispues­tos a renegar de él en el momento opor­tuno; la burguesía que ha entrado en la política, como en una plaza tomada por asalta; la inconstancia de Francia, que ha experimentado trece formas de gobierno en 38 años desde Luis XVI a Luis Felipe; la Cámara, formada de viejos que estropean los negocios públicos cuando por su edad no están ya en situación de despachar los propios, la justicia pervertida, que consi­dera el hurto más grave que el asesinato; la guerra de África, que anda de mal en peor; la retórica, que arrecia con sus tó­picos; la música, la pintura, el teatro mo­derno, que hacen echar de menos los anti­guos, etc. Desfilan las figuras de los hom­bres más en boga: Thiers — el verdadero enemigo de Francia —, Guizot, Garnier, Pagés, Arago, Cousin, George Sand, Balzac, Víctor Hugo, que mendiga un lugar en la Academia, Gautier, Sue, Dumas; Cha­teaubriand, que se ha convertido en el sauce llorón de su propia tumba; Lamennais, que con su estilo pesado e ininteligi­ble predica odio y anarquía; Lamartine, hacia quien se dirigen todas las simpatías de Karr y que representa en 1848 la ver­dadera República frente a Ledru-Rollin. La crítica de Karr tiene el carácter transitorio del periodismo, el cual, viviendo en medio de los acontecimientos, no sabe levantarse por encima de ellos. Su forma es briosa, llena de fantasía, rica en aforismos y para­dojas, algunos de los cuales se hicieron cé­lebres.

E. C. Valla