Ópera cómica de Domenico Cimarosa (1749-1801), estrenada en el Teatro dei Fiorentini de Nápoles en 1794; libreto de Giuseppe Palomba. Romualdo, antes zafio enfermero en un hospital de Nápoles, pasa por docto jurisconsulto, y secretamente ambiciona casarse con su rica y joven pupila, Bellina; el padre de ésta quiere casarla con Giampaolo Lasagna, un tosco propietario; Bellina ama al bello Filandro, y junto con el aya y la camarera urde chanzas y trampas para sus pretendientes; personajes casi grotescos y situaciones escénicas de las que se encuentran a centenares en la ópera cómica del siglo XVIII. También dichas astucias son usadísimas: por ejemplo, hacer entrar con un pretexto al zafio pretendiente en una habitación en la cual está escondida otra mujer, para que ésta grite y le comprometa, y liquidarle así; o bien disfrazar de húngaros a los enamorados infieles, poner en sus labios una lengua extranjera macarrónica, obtener con esta estratagema el consentimiento para la boda con el pretendiente; y en fin, una vez casados así, desenmascararlos.
No era pues la novedad de la trama lo que los autores y el público apreciaban, sino los recursos de la intriga. Divierten los personajes Gianpaolo y Romualdo, que Cimarosa trazó con toda la tosquedad y presuntuosidad que tenían, y con sus aspiraciones desvanecidas de una manera ridicula. Con personajes así, convencionales, los autores de óperas cómicas se ejercitaban en una técnica de caricaturistas. Se burlaban de ellos, exageraban sus defectos y sus trazos grotescos. Era la caricatura por la caricatura, sin la finalidad de mostrar un tipo humano y social ni de moralizar. Ritmos brillantes, cantilenas populares y, sobre todo, pasajes rapidísimos en cuanto a notas y sílabas, les representaban en claroscuro, como en dibujos al carbón. No se puede decir que canten verdaderas, arias. Más agudo chispea el humorismo en los duetos, en los tercetos y en el conjunto. Notable por lo original, es un aspecto de las Astuzie femminili: el patético. Esta ópera debe recordarse en la historia de la ópera cómica italiana del XVIII por su profundización dramática en los sentimientos, por el lirismo impreso en el «pathos». Aquí Filandro y Bellina se aman y son infelices. Cimarosa les observa en sus almas, escucha las palpitaciones de sus corazones, canta sus penas y poetiza su pasión. Las partes musicales en que se desarrollan las astucias femeninas parecen secundarias en comparación con las que reflejan el deseo amoroso y la melancolía de Bellina y de Filandro. Son éstos los acentos nuevos que Cimarosa dio al arte y al teatro. Se adhirió al momento romántico, esto es, a la interpretación romántica de la vida y al mismo tiempo con su personal sencillez contribuyó a aquel momento y renovó aquella interpretación.
A. Della Corte