[Les juives]. Tragedia francesa de Robert Garnier (1544-1590), aparecida en 1583. Es la narración de las desventuras del rey de Judá, Sedecías, rebelado contra Nabucodonosor.
En el primer acto un profeta recuerda haber predicho, en otro tiempo, las actuales desventuras como castigo de Dios al pueblo infiel. Luego empieza la acción: mientras Nabucodonosor medita una despiadada venganza contra los judíos revolucionados, Amital, madre de Sedecías suplica a la mujer de Nabucodonosor para que interceda junto a su marido. La reina asiente, y cuando en el tercer acto Sedecías se rinde ante el rey y consigue de Nabucodonosor la vida del prisionero. Pero este perdón será sólo una venganza más refinada: Sedecías vivirá, pero sus hijos serán degollados en presencia suya. Así, mientras el profeta y el gran sacerdote hebreo en la cárcel, se disponen a morir, Nabucodonosor ordena arrancar los hijos a su madre, asegurando que los guardará como rehenes. Pero Amital y su nuera presienten la terrible matanza, y la dolorosa escena de los adioses encuentra eco en los lamentos del coro. El quinto acto está completamente ocupado por el patético relato del profeta que expone la conclusión del trágico suceso: los niños degollados, el gran sacerdote decapitado, Sedecías cegado. Y cuando éste entra gritando su dolor y su humillación, el profeta, después de haber revelado la mano de Dios en tan terribles sucesos, anuncia la ruina de Babilonia, la reconstrucción del templo y la venida de Cristo.
La obra, llamada la Atalía (v.) del siglo XVI, representa un notable progreso respecto a Porcia (1568), a Hipólito (1573) y a Cornelia (1574). Los personajes no son ya sencillos expedientes oratorios, sino que tienen una definida caracterización en la acción y en el diálogo. Sedecías tiene verdaderamente la grandeza histórica del vencido, que no se doblega y acepta el castigo como una expiación; la reina es una figura dulce y graciosa; Amital, en su dolor, tiene la épica grandeza de una Hécuba (v.). Es notable la rudeza impetuosa del profeta, que parece casi forzar la misericordia de Dios. En conjunto la tragedia es interesante y viva, tanto que aún hoy se representa con éxito.
D. Zerboni