[Les deux sources de la morale et de la réligion]. Obra filosófica del francés, publicada en 1932. En esta obra, que es la última del autor, y que sigue, a distancia de varios años, a La evolución creadora (v.), el autor intenta poner en claro su posición respecto al problema ético-religioso. La solución de Bergson es en cierto modo mística: en resumen, viene a decir que ha comprendido que si «la intuición apoyada por la ciencia es susceptible de desarrollarse, puede serlo solamente por medio de la intuición mística»; así la moral y la religión si bien nacen por una parte de las obligaciones creadas por la convivencia social, tienen también sus raíces en un impulso íntimo que pone al alma en contacto con el esfuerzo creador, el cual se acerca a Dios y es de Dios. Este impulso, paralelo al impulso vital, se desarrolla con toda su fuerza en hombres privilegiados, los santos y los héroes, que imprimen luego este movimiento ascensional a toda la humanidad, desarrollando sus formas de vida y dirigiendo su evolución hacia la divinidad.
Por otra parte, toda la creación es obra de amor, originada por la necesidad de Dios de plasmar criaturas que correspondiesen a su inmenso amor divino con el suyo: la criatura se diferencia de su creador tan sólo en su envoltura material que representa, en la creación, el aspecto opuesto y complementario del impulso vital. El universo se ha producido únicamente para dar acogida a estos seres, llamados a la existencia para amar y ser amados: la especie ha surgido solamente para asegurar la reproducción y la organización a estos seres. Pero la especie humana que constituye la razón de ser de todas las demás, no llegaría jamás a ser completamente ella misma si los místicos en virtud de un impulso íntimo, paralelo a la corriente de la vida, no hubiesen sabido librarse de la materialidad para alcanzar a Dios.
Estos han abierto nuevos caminos a la humanidad e indicado al filósofo el secreto y la razón de la vida. Se notan en esta obra reminiscencias de las más antiguas fuentes cristianas (San Pablo y San Agustín) y por otra parte una influencia nietzscheana, en el sentido de una aristocracia del espíritu que infunde carácter a la historia, pese a que la calidad de esta aristocracia sea concebida por Bergson desde un punto de vista diametralmente opuesto al del filósofo alemán. Sin embargo, el tono dogmático que en conjunto se desprende de Dos fuentes y que es debido a la impostación mística del problema, menguan su valor metafísico.
G. Alliney
Como Platón, Bergson libera a la filosofía de la servidumbre del vocabulario. (Chevalier)