[Dello scherno degli dei]. Poema heroicocómico de Francesco Bracciolini (1566-1645), fecundo autor de tragedias y poemas, entre los que el más célebre es La Cruz Reconquistada (v.). Se compone de veinte cantos. Los primeros catorce aparecieron en 1618 (Florencia y Venecia); los seis últimos en la edición romana de 1626. Según las declaraciones de Bracciolini que preceden al poema, lo escribió para ridiculizar a los dioses paganos, y combatir el uso de la mitología como nociva a la verdadera fe; pero en realidad todo se reduce a algunos intentos, pronto abandonados, de parodia contra la moda mitológica de algunos contemporáneos, y el poema aparece inspirado por el único fin de divertirse y divertir. La primera parte tiene como protagonista a Venus (v.), la cual hallada, por su marido Vulcano (v.), ayudado de la famosa red, en flagrante adulterio con Marte (v.), piensa vengarse de la afrenta. El ejecutor de la venganza es Mercurio (v.) que expone al ludibrio de todos los dioses a Vulcano, pegado con espesa cola a Doralice, que no es una mujer, sino una de las -monas que abundan en la isla de Lemos, habitada por Vulcano.
Venus se complace con la ocurrencia de Mercurio tanto más porque ello le concede desde entonces el derecho de tener un amante que no tarda en encontrar en la persona de Anquises, el futuro padre de Eneas (v.). Pero Juno (v.), despechada por ver a Venus amada por Anquises, manda a Momo, dios de la maledicencia, a turbar sus amores. Da aquí una serie de peripecias que ocupan los últimos seis cantos, que sólo tienen un ligero ligamen con los anteriores. Momo, perseguido por los pastores con los que vivía Anquises, ruega a su madre, la Noche, que le vengue: la Noche mata a Venus y a Amor, apaga las estrellas y mata a todos los dioses del cielo excepto al Sol. Pero los dioses muertos son substituidos por otros nuevos; éstos, cayendo por fin sobre la tierra, se dedican a comer a los hombres; de ahí la revuelta de los hombres que se preparan bajo la guía de Prometeo (v.) a la guerra contra los dioses. En este punto se interrumpe el poema. Escrita sobre todo para divertir, la obra carece de una verdadera «vis cómica»: la lengua rebosante de parodias de mitos famosos y de episodios grotescos, pronto sacia al lector moderno, a pesar de la facilidad de versificación y de la viveza de que Bracciolini da pruebas en esta como en sus demás obras.
E. Alpino
Es un cómico vacío y negativo, porque carece del relieve del contraste con otras formas, y porque no hay nada positivo en el espíritu de los dos autores, Tassoni y Bracciolini. En su espíritu estas formas están muertas, y por eso resultan ridículas; pero es en vano buscar otras formas vivas ni en su siglo ni en su conciencia; de ahí que este cómico caiga en el vacío y resulte insípido. (De Sanctis)