Las Aventuras de Arthur Gordon Pym, Edgar Allan Poe

[The Narrative of Arthur Gordon Pym of Nantucket]. Narración de aven­turas, del norteamericano Edgar Allan Poe (1809-1849), publicada en parte en 1837 en la revista «The Messenger» y luego com­pleta en 1838. Arthur Gordon Pym (v.), hijo de un comerciante de Nantucket, con­trae amistad siendo todavía muy joven con el hijo de un marino mercante, August Barnard. Impresionado por los relatos de éste y sintiéndose atraído a la vida mari­nera por sus aspectos aventureros y terri­bles que fascinan su imaginación profunda y ardiente, decide embarcarse a escondidas en la ballenera «Grampus», capitaneada por el padre de August; éste le esconde con al­gunas provisiones en la estiba, prometiéndole que en cuanto se hallen fuera del puerto, vendrá a liberarlo. Pero ocurre que apenas la nave en alta mar, estalla una re­belión a bordo y los amotinados, tras ase­sinar a buen número de marineros aban­donan a los demás — entre los que se halla el capitán— en una chalupa.

Entretanto, August puede permanecer en la nave, gra­cias a la protección de un contramaestre medio indio, Dick Peters, que al cabo de algunos días logró descender a la estiba, a tiempo de salvar al amigo que, tras terri­bles sufrimientos, estaba a punto de morir de hambre y sed en el ambiente mefítico de la bodega. Poco después, el contramaestre, simulando con ayuda de los dos muchachos una macabra aparición, se apodera con poca dificultad del mando de la nave, pero apenas terminada la batalla, una terrible tempestad barre y desencuaderna completa­mente el navío pudiendo salvarse Arthur y Feters, gracias a que se atan sólidamente al puente. Aplacado el huracán, ven apare­cer una nave a la que saludan como salva­dora; pero al acercarse, descubren en el puente numerosos cadáveres en estado de avanzada descomposición y en los que se ceban las aves rapaces. Por fin, a punto ya de morir de hambre, les recoge la nave «Jane Guy» de Liverpool, que va en busca de unas islas del Mar Antártico con la idea de dirigirse después hacia el Polo Sur. Tras algunos días de navegación, desembarcan en la negra isla de Tsalal, donde los dia­bólicos salvajes fingen acogerles amigable­mente, pero luego, valiéndose de la singu­lar estratificación de las colinas de la isla, provocan, con una línea continua de hoyos y empalizadas a la profundidad de un par de pies, una rotura parcial del suelo, y a una señal dada, un alud artificial sepulta a todos los blancos en el fondo del valle. Arthur y Peters se salvan por casualidad y, tras no pocas dificultades y peligros, y haber presenciado desde lo alto la destruc­ción de la nave por los salvajes, logran embarcarse en una canoa y huir de la isla maldita. Prosiguiendo hacia el Sur, llegan a los 84° de latitud; en cierto momento llueve sobre ellos una especie de ceniza; la barrera de nieblas comienza a dibujarse ní­tidamente con formas gigantescas y es­pantosas, y por fin se hallan frente a una figura enorme, mucho mayor que ningún ser humano, con la piel del color de la nieve más blanca.

Aquí se interrumpe la historia, pues faltan los tres últimos capí­tulos, en los que —según dice el autor — debían narrarse cosas interesantes del pro­pio Polo, en torno al cual había en aquel tiempo un apasionado fervor de descubri­mientos. Es una narración aventurera y fantástica que se asemeja a la novela setecentista de Defoe y Smollett y que pro­bablemente ha inspirado, además de las novelas científicas de Verne, a Stevenson, a Conrad y a Masefield. Con largas digre­siones científicas, mediante las cuales in­tenta dar un tono verosímil a la narración, Poe alterna cuadros de horror, como los días de pesadilla pasados por Arthur en la estiba del barco y la aparición de la nave fantasma, y descripciones de singular efi­cacia, como la de la isla de Tsalal, con sus negruras infernales, en impresionante con­traste con la fulgurante blancura de las nieves. [Traducción de A. de Rosas (Bar­celona, s. a.)].

A. Prospero Marchesini