[The Will to Believe, and other Essays in Popular Philosophy], Célebre colección de ensayos del pragmatista norteamericano William James (1842-1910), publicada en Londres y Nueva York en 1897. En ella el autor se propone fundar la fe religiosa no sobre una demostración metafísica, en cuyas posibilidades él no cree, sino sobre las «razones del corazón», que toman en él la forma de un voluntario y deliberado acto de fe.
James observa que siempre, en nuestras creencias, se deja sentir el influjo de una actividad extraintelectual, pasional o volitiva; este influjo es ineliminable y necesario. En efecto, en los problemas metafísicos, cuyas soluciones se sustraen a toda comprobación experimental, ninguna evidencia conduce a una elección científicamente cierta. Pero los problemas metafísicos ofrecen hipótesis de cuya aceptación o no aceptación depende toda nuestra vida, y entonces, antes de renunciar a resolverlos por un desesperado temor a equivocarse, es mejor correr el riesgo de errar, con la esperanza de dar con la verdad, y, en tanto, proporcionar un sentido a nuestra acción y una esperanza a nuestros ideales. En la vida es siempre necesaria una voluntad de creer, y esta fe está fundada por James sobre un concepto de la vida; el error y el mal no son simples negaciones, sino realidades positivas; debemos creer que con nuestra acción podremos mejorar el mundo, cooperar al progreso; debemos creer en la posibilidad de vencer el mecanicismo natural, en el valor de la acción del individuo en la historia de la humanidad.
Sin duda esta fe sería poco probable y las experiencias de fracaso demasiado frecuentes, sin la fe en un Dios, que James parece tender a creer que es personal, poderosísimo; pero no omnipotente; sapientísimo, pero no omnisciente, y tal que le es menester el concurso de los hombres para proveer al bien de la humanidad y del universo. Solamente de este modo la vida vale la pena de ser vivida; los sufrimientos y las luchas de la humanidad adquieren un sentido; tampoco esta voluntad de creer debe considerarse como una voluntad de ilusionarse y de soñar: también ella es constitutiva de la realidad en que se cree, es fuerza activa y creadora. Se podría observar que semejante concepto de la fe religiosa justifica también la falta de fe; pero precisamente en esto residen el carácter y el alcance de esta obra: en haber planteado el problema religioso fuera de las cuestiones metafísicas, en un plano de elección personal. [Trad. española de Santos Rubiano (Madrid, 1922)].
G. Preti
Ningún filósofo poseyó un don tan estupendo de simpatía, y ninguno, por otra parte, ha llevado tan lejos su generosidad. (Bergson)