[Díe Versuchung des Pescara]. Larga narración o breve novela, del poeta suizo Conrad Ferdinand Meyer (1825-1898), publicada en 1887 en la «Deutsche Rundschau».
Esta obra, que corresponde a la madurez del poeta y que guarda relación con sus estudios sobre el Renacimiento, fué tomada en su mayor parte de la Historia de alemania durante la Reforma (v.) de Leopold von Ranke. Los dos episodios: la tentativa de los conjurados de la «Santa Alianza» para separar al marqués de Pescara del emperador alemán, y la muerte del marqués, ocurrida poco después, están reunidos por Meyer en uno solo. La novela se desarrolla con ritmo dramático, y se subdivide en seis capítulos que recuerdan la subdivisión en actos y escenas. El primer capítulo trata de la fundación de la Liga y del plan propuesto por Morone, audaz y astuto ministro del joven y débil Francesco Sforza, duque de Milán, para atraerse al marqués de Pescara.
El segundo desarrolla la acción de Morone sobre Vittoria Colonna, la venerada poetisa y consorte del condotiero, animada de generoso espíritu de patriotismo itálico y, por tanto, no hostil a la idea de que el marido se batiese a la cabeza de un ejército italiano para la conquista del reino de Nápoles, prometido por el Papa como compensación. El tercer capítulo describe la escena decisiva entre Morone y Pescara, en tanto que éste se dispone a marchar sobre Milán con las tropas del emperador; y el cuarto, la escena entre Vittoria y el marqués, en cuyas palabras se transparenta el presentimiento de su próximo fin. En el quinto, Pescara afirma su fidelidad al emperador y su proyecto de marchar sobre Milán, y el sexto, brevísimo, representa la muerte del marqués, después de la ocupación de la ciudad. Hay en toda la obra un implícito carácter fatalista, que quita tragicidad a la oposición entre la fidelidad y la tentación en el ánimo del marqués de Pescara; en cuanto que éste no queda sojuzgado por la tentación porque sabe que pronto debe morir, a consecuencia de una antigua herida que, sin que los demás lo sepan, lenta pero inexorablemente le consume. «Polvo y cenizas» es el fin que le aguarda; por ello es una ejemplar encarnación de la concepción calvinista del autor.
En realidad, Meyer, a quien se censuró la debilidad del drama, implicado en el título, no tanto se proponía sacar esta oposición a la luz, cuanto exaltar la más alta virtud de Pescara, la justicia, que en este caso es sólo la sumisión al destino. Así ha de entenderse esta obra por su movido escenario y por la expresión vigorosa, en la que Meyer llega a un perfecto equilibrio entre sus intenciones éticas y estéticas; algunas escenas están, en efecto, grandiosamente concebidas y descritas, como animados cuadros de la vida del Renacimiento.
M. A. Zaghetti