[La Semaine ou Création du monde]. Poema del escritor francés Guillaume de Salluste, señor de Bartas (1544-1590), publicado en 1578. Su inspiración protestante se revela en el modo como la bíblica creación del mundo es expuesta, con magnificencia y seriedad: la obra de Dios es descrita en siete jornadas, en el milagro de su voluntad (que es tal que da vida a la materia y mueve el universo) y en la transformación de todas las cosas hacia la perfección. El mundo, con su esplendor, canta el poder de Dios, y explica cómo de la masa informe se llega a la pureza de los cielos y a la aparición del hombre.
El nacimiento del hombre corona la voluntad divina y pone a los pies de una nueva criatura, hecha a imagen del Ser Supremo, a todos los animales fieles y» poderosos de la naturaleza y hasta las fuerzas del cosmos. En la luz destellante de la atmósfera y en el candor de los cielos está simbolizada una nueva realidad, que inicia la historia del hombre y su lucha contra todo lo que no responda a la voluntad divina representada por él sobre la Tierra. La obra de Du Bartas, que comienza con una invocación al Señor, termina con el cuadro del símbolo de justicia y de bondad representado por el primer hombre. Con riqueza de pormenores ornamentales anuncia una visión de la humanidad desgarrada por luchas y disputas mezquinas. El valor artístico de La Semana es muy escaso, a pesar de que en algunas partes su vivacidad descriptiva es verdaderamente notable. Otros cantos añadidos al primer intento con algunas jornadas de una «Segunda Semana» y trozos acerca de los antiguos Padres de la Ley, de Salomón y otros asuntos de Historia Sagrada, dan testimonio de la seriedad de su inspiración. Es notable la traducción italiana en verso suelto de Ferrante Guisone, publicada en 1593.
C. Cordié
* Famosa es también la refundición del obispo danés Anders Christensen Arrebo (1587-1637), Hexaemeron, poema en hexámetros que se publicó sin terminar en 1661. Algunas partes del Hexaemeron son una fiel traducción, pero otras muchas son netamente originales. El poema rebosa de citas mitológicas con barrocas insistencias, pero no le faltan impulsos de verdadera poesía. Su publicación suscitó un coro de admiración, y un sacerdote noruego, Claus Andersen, escribió en 1676 un Hepiaemeron en el cual ofreció la continuación y el final del poema de Arrebo.
G. Puccini