[The Relapse, or Virtute in Danger]. Comedia de sir John Vanbrugh (1664-1726), representada en 1696, en Londres. Es la continuación de La última treta del amor [Love’s Last Shift, 1696] de Colley Cibber, y con los mismos personajes. Se basa en una doble trama, y el enlace es bastante tenue.
Loveless, libertino arrepentido que vive en el campo con su mujer, Amanda, debe ir a Londres; allí sufre una «recaída», por obra de Berinthia, bella viuda sin escrúpulos. Worthy, antiguo amante de Berinthia, la persuade a aceptar el amor de Loveless y a revelar a Amanda la infidelidad del marido, con la esperanza de seducir a Amanda. Pero ésta, aunque afligida por la conducta de su marido, le sigue siendo fiel.
El otro enredo muestra a sir Novelty Fashion, perfecto hombre de mundo que ha comprado el título de lord Foppington y está a punto de casarse con miss Hoyden, hija de sir Tumbelly Clumsey, gentilhombre campesino; ni el padre ni la hija le han visto nunca. El hermano menor de Foppington, Young Fashion, que tiene necesidad de dinero, acude a Novelty; ante la negativa de su hermano, para vengarse decide ir al campo, a casa de Clumsey, hacerse pasar por Novelty y casarse con miss Hoyden. La acogida es muy halagüeña, pero sir Tumbelly no quiere que se celebren las bodas antes de una semana. Young Fashion corrompe al cura y hace celebrar un matrimonio secreto, temiendo que se descubra el engaño. De pronto llega Novelty; pero le tratan de impostor, hasta que un vecino le reconoce. Young Fashion huye; Hoyden y el cura deciden no decir una palabra del matrimonio secreto y se celebra una nueva ceremonia. Pero, en Londres, Young Fashion demuestra lo que se podría llamar su prioridad y Hoyden es suya.
Sheridan hizo una adaptación de esta comedia con el título Una excursión a Scarborough [A Trip to Scarborough, 1770]. La parte más importante es la que tiene carácter de farsa; el tipo más logrado, el caricaturesco de Novelty Fashion. El doble argumento produce un gran desequilibrio; pero los que cuentan son los tres personajes de lord Foppington, sir Clumsey y miss Hoyden. Sus excentricidades, el humorismo, aunque a veces un poco grueso, la viveza del diálogo cuando intervienen estos personajes, el juego de las vanidades y las pretensiones, logran lo que Whibley llamó un ridículo sobrehumano; es extremadamente divertida y animada por un espíritu que todavía hoy se conserva fresco.
A. Camerino