La Profesión de Mrs. Warren, George Bernard Shaw

[Mrs. Warrerís Profession]. Comedia en tres actos con un prólogo polémico de George Bernard Shaw (.1856-1950) y publicada en las Comedias desagradables [Unpleasant Plays] en 1898.

Por el atrevimiento del asunto no pudo ponerse en escena. Se estrenó en 1902. La señora Warren, nacida en la más extrema pobreza, ha buscado su fortuna en el vicio. Es propietaria de casas de citas en varias ciudades del continente y de ellas obtiene gran lucro. Pero a su hija, Vivie, muchacha moderna e inteligente, le ha ocul­tado su profesión, dándole una educación señorial, y le ha permitido realizar estudios universitarios. El capitalista que financia a la señora Warren, sir George Croft, quiere casarse con la muchacha, pero Vivie tiene amoríos’ con Frank, hijo poco ejemplar de un pastor anglicano. La muchacha intuye que en la vida de su madre y en el am­biente que la rodea hay algo turbio, y la revelación ocurre inesperadamente, provo­cada por ella una noche que, con su fría decisión de muchacha moderna, ha irritado a la madre, impulsándola a contarle su pa­sado.

Vivie se conmueve oyendo las circuns­tancias que determinaron el extravío de su madre y, en el fondo, admira su energía. Pero cuando sabe por Croft cuán grandes han sido las ventajas que la señora Warren y él sacan de su torpe actividad, cuando ve a su madre resuelta a no retirarse de los negocios, renuncia a toda relación con ella, renuncia también a Frank, bonachón pero frívolo e inconsistente, para dedicarse a una vida independiente de trabajo en una oficiña. Tras la acusación a la moral econó­mica de la sociedad, lanzada en la Casa del viudo, Shaw ataca en esta obra la moral sexual: a Sartorius (v.) el explotador de la miseria, corresponde la señora Warren, explotadora del sexo; a Trench corresponde Vivie: dos jóvenes honrados que sin em­bargo viven, sin saberlo, de aquellas inmo­ralidades.

Y aquí, más todavía que en la comedia anterior, afloraría el drama o la tragedia si, en realidad, los elementos vivos sobre los que la comedia se funda no fue­ran, más que formas externas de rebelión, de dolor o de abyección, expresiones com­puestas de una sociedad en la que el bien y el mal, la rebelión y el compromiso se mezclan fatalmente. La señora Warren es sin duda el más significativo entre los per­sonajes de Shaw: su fondo es completamente elemental, hecha de la vitalidad ple­beya que acercaba el escritor al vitalismo de Bergson. Pero sobre ésta se sobreponen en varias capas las formas complejas y con­tradictorias de una organización social: la criatura que de ello resulta no es ni cínica ni sentimental, ni infame ni honrada, sino que lo es todo a un tiempo. Y sobre este conjunto de personajes complejos, ingenuos creadores de una vida civil burdamente incongruente, se vuelca el humorismo del crítico y la emoción del artista.

Cuánta pueda ser esta emoción nos lo revela el per­sonaje de Vivie, dibujado primero con rigi­dez casi caricaturesca y después seguido cada vez más de cerca hasta la última es­cena en la que la vemos en su simple sole­dad de mujer que busca la paz en el traba­jo, mientras que gime en ella una oprimida feminidad. [Trad. española de Julio Broutá bajo el título Trata de blancas en el volumen Comedias desagradables (Madrid, s. a.)].

E. di C. Seregni

Bemard Shaw continuó aplicando a mu­chas otras cosas el mismo género de hila­rante realismo que había aplicado con éxito al problema industrial. Se divirtió también dictándosela a su gente; pero sus palabras eran más substanciosas y menos ásperas que las de Hardy. (Chesterton)