[Le román d’un jeune homme pauvre]. Novela de Octave Feuillet (1821-1890), publicada en 1858 y destinada a quedar como modelo de una novela a la vez social y sentimental, género muy apreciado en la segunda mitad del siglo XIX.
Máxime Odiot, marqués de Champcey d’Hauterive, aparte el título, no ha heredado de su padre más que deudas. Para poder vivir acepta el cargo de administrador de la familia de Laroque d’Arz. Si bien resulta fácil ocultar su nacimiento aristocrático, su innata distinción y gentileza de ánimo, evidentes para todos, producen la estima de cuantos lo tratan y sobre todo de Marguerite, única heredera de Laroque.
Pero la calumnia conoce los caminos más seguros y secretos; llegan a oídos de la muchacha malvadas insinuaciones que la hacen dudar de Máxime, y tanto la turban y afligen que ella consiente en prometerse con su vecino, el rico y grosero señor De Bévallan.
Por fortuna existe la torre de Elven, aislada entre los campos, ruinosa, invadida por la hiedra; y allí tiene lugar entre los dos jóvenes, que se han encontrado y confesado su recíproco amor, una patética y dramática escena. Al advertir que habían quedado encerrados por error en aquellas ruinas, Marguerite cree primero que Máxime la ha llevado allí para comprometerla, pero pronto brilla el desinterés y la nobleza del joven, que no vacila en arrojarse desde lo alto de la torre para salvar la reputación de su compañera.
El joven pobre queda milagrosamente incólume y se aleja del castillo de Laroque, donde ya no tiene valor para vivir. Antes de partir ha descubierto y destruido generosamente un documento del que resultaba que, por una lejana y romántica casualidad, la fortuna de los Laroque procedía de la familia de los Champcey, y a ella hubiera debido volver.
Pero su ausencia es breve: la anciana Mademoiselle de Porhoét, que le tenía mucho afecto, muere, dejando a Máxime sus riquezas; de este modo él puede ofrecer su nombre a la joven amada. A pesar de las románticas incoherencias que, en la perspectiva del tiempo, adquieren un gracioso efecto decorativo, perdida toda aspiración a la verosimilitud, este libro puede todavía interesar como expresión de una sociedad que gravitaba por igual sobre los dos motivos del sentimiento y del dinero.
Con el mismo argumento y el mismo título, Feuillet compuso un drama en cinco actos y siete cuadros que fue estrenado en 1858.
G. Alloisio