[Le román expérimental]. Obra polémica del escritor francés Émile Zola (1840-1902), publicada en 1880.
Es el documento más expresivo de la nueva teoría literaria propugnada por el autor en una memorable campaña entre 1879 y 1882, documento que tiene el valor de un programa, en su formulación del Naturalismo (v.) y en su toma de posición ante la tradición francesa y la civilización moderna.
En la tentativa (por otra parte imposible, dada la propia esencia del arte, que es creación y sentimiento) de fundar una escuela basada en criterios científicos, Zola se valió de los principios sentados en la Introducción al estudio de la medicina experimental (v.) por Bernard; el esquema del ciclo de Rougon-Macquart (v.) y la construcción que informa la estructura de esta obra narrativa muestran, evidentemente, desde los comienzos de 1870, la influencia del gran fisiólogo.
La novela moderna será verdaderamente experimental porque examinará nuestras acciones para deducir de ellas leyes humanas y sociales. De este modo podrá influir decididamente en la sociedad, y, así como el médico cura a los individuos, el novelista sentará las bases para curar las enfermedades del cuerpo de la humanidad.
Con este intento, páginas que de otro modo serían consideradas malsanas o dañosas, son por el contrario, en su propia crudeza realista, fundamentalmente útiles a la salud de todos. Las leyes en que se funda el estudio del novelista explican el origen fisiológico de las pasiones y de los sentimientos; las leyes de la herencia de los instintos y de las tendencias ofrecen elementos para comprender la sociedad en su conjunto y en sus individuos.
Además de la de Bernard, Zola tuvo presentes en la construcción de su pensamiento las obras fisiológicas sobre las pasiones y la herencia escritas por dos médicos de su época: Charles Letorneau (en 1868) y Prosper Luca (en 1847-1850); el novelista francés tomó de tales investigaciones, aun cuando no se hallaban sino en estado de hipótesis, un fundamento polémico para justificar su sistema naturalista.
Pero así como en la estructura del Rougon-Macquart, la parte estrictamente ligada a nuevos descubrimientos científicos cae por sí sola ante el simple hecho de que se olvidan otras leyes psicológicas fundamentales, así estos razonamientos abstractos y rigurosos sobre la novela naturalista hacen resaltar sobre todo el valor polémico de una posición de artista.
Lo que más destaca en ellos es la fe ingenua en el arte nuevo, libre e independiente en su cometido de guiar a la humanidad; como Taine, también Zola insiste en la importancia del ambiente en la formación de un carácter, hasta el punto de llegar a modificar, hasta donde es posible en la naturaleza humana, las propias e inflexibles leyes de la herencia física y moral.
El ensayo principal, que da su nombre al volumen, está flanqueado por otros sobre el naturalismo en el teatro, sobre la república y la literatura, y sobre los escritores y las obras de la nueva escuela, de la que Zola aparecía ya como maestro.
C. Cordié