«Novela de costumbres» de la escritora española de origen germánico Fernán Caballero (Cecilia Bohl de Faber, 1796-1877), publicada en 1849.
En 1836 coinciden en un buque Fritz Stein, hijo de un profesor de una pequeña ciudad de Sajorna, y muchos españoles, entre ellos el poderoso duque de Almansa: el joven alemán se dirige a agregarse al ejército de Navarra para tomar parte en la guerra del Norte en calidad de cirujano. Dos años después, herido y cansado de la vida, pasa por Villamar, aldea marina, y se hospeda en un antiguo convento ya extinguido: en el pueblo, en compañía del fiel padre Gabriel, que sigue de jardinero en el convento, confiando en el futuro de don Modesto, un viejo comandante que espera la reconstrucción de su fuerte derribado, y mucha buena gente, no tarda en encontrar la paz para su vida errabunda. Pero su existencia tiene un cambio imprevisto: con sus cuidados de médico salva de la muerte a la hija de un pescador, Marisalda, llamada «la Gaviota» por su vivacidad, su voz sonora y su carácter instintivo e inquieto, y acaba por enamorarse de ella y hacerla su esposa.
Después de algunos años de felicidad pasados en la tranquila vida aldeana, Fritz, al prestar sus cuidados a un noble herido por una caída de caballo durante una partida de caza, reconoce en él al duque de Almansa. Éste, para poner mejor de relieve las cualidades profesionales de su amigo y también la belleza admirable de su esposa, les aconseja que se trasladen a Sevilla, donde son acogidos en la sociedad del duque, entre nobles y poderosos, vinculados a las glorias de la antigua España, pura en sus costumbres y fiel a la religión y a la Monarquía. Y allí Marisalda revela plenamente su carácter extraño todo entregado a la pasión y al instinto. Admirada como cantante en representaciones teatrales y hasta cortejada por el duque, cede a la nueva vida de fáciles triunfos, sin dejar al mismo tiempo de prestar oídos a su corazón popular y primitivo.
Por esto, después de una accidentada corrida, se encapricha de un renombrado torero, Pepe Vera, y pronto se convierte en su amante. Fritz, traicionado en su honor, ve derrumbarse el mundo en que había creído hallar paz para su vida errante, y abandona España para irse a lejanas tierras y morir allá. Pepe Vera perece trágicamente también, al cabo de poco tiempo, y entonces la «Gaviota», que en vano había intentado iniciar una nueva existencia, no tiene más remedio que volverse a su aldea. Pero todos se apartan de ella; se casa, pero su mezquino matrimonio no le proporcionará sino la posibilidad de terminar sus días en el más amargo desengaño.
Esta novela, que muestra, en páginas felices, el personaje de Marisalda y su vida apasionada e instintiva, ofrece, según el propósito de la escritora católica, un cuadro de la España sana que va transformándose en sus instituciones sociales, y sólo puede salvarse por un retorno a sus virtudes seculares. Entre figuras menores, recias y preocupadas por los destinos de su patria, y escenas finamente coloridas de la aldea y de la ciudad, destaca el destino de la «Gaviota»; la joven bellísima y de voz encantadora, pero egoísta y caprichosa, será también víctima de su hechizo inconsciente y su ciega entrega al mundo.
C. Cordié