La Fanfarlo, Charles Baudelaire

Larga narración, única obra de este género completa e importante de Charles Baudelaire (1821-1867), ya que la otra novela que poseemos de él, Le jeune enchanteur (v. Pequeños poemas en prosa) no se puede considerar más que como un ejercicio estilístico de circunstancias. La Fanfarlo, publicada en 1847, es una de las primeras obras de Baudelaire, y su interés reside en el hecho de que el autor presenta en el protagonista una especie de imagen de sí mismo, voluntariamente deformada e ironizada. Samuel Cramer, muchacho de vivo ingenio y desenfrenada fantasía, es­pléndidamente dotado para la literatura, pero tarado de debilidad y ligereza de ca­rácter, después de haber probado todas las artes y haber atravesado las espesuras del romanticismo sacando de él un volumen de versos con el peregrino título de «Les Orfraies» [«Los osifragos»], se halla en un período de pereza desoladora, más que nun­ca vacío y disponible.

Encuentra a Madame de Cosmelly, en la que reconoce a una com­pañera de infancia, y comienza a hacerle la corte. La dama parece aceptar; pero pronto revela su juego: ella es infeliz por­que su marido la olvida por una bellísima bailarina y cantante, la Fanfarlo, y llama al amigo para que trate de romper esta ca­dena, a fin de que su marido pueda tornar a ella. Samuel es tan loco que acepta; lo­gra con una serie de atrevidos recursos con­quistar los favores de la Fanfarlo, pero que­da preso en su propio juego y prisionero a su vez de las gracias de la bailarina; una cadena de la que ya no logrará liberarse nunca. La mujer, astuta, intrigante, sin es­crúpulos, comienza dirigiendo su carrera y lo empuja directamente hacia la noto­riedad. Aparte de la irónica conclusión, precipitada y poco justificada, toda la na­rración, entre seria y burlesca, ofrece una curiosa y original vitalidad. Especialmente gracias a su estilo, el mejor estilo del Bau­delaire crítico, pronto a la parodia y a la caricatura, pero sobre todo deslumbrante de inteligencia, sostenido por cortantes aná­lisis, límpido y preciso.

M. Bonfantini