[La congiura de’ baroni]. Obra histórica de Camillo Porzio (hacia 1526-1580), publicada en 1565; su verdadero título es La conjura de los barones del reino de Nápoles, contra el rey Fernando I [La congiura de’ baroni del Regno di Napoli, contra el re Ferdinando primo]. Representa, con rebuscados efectos estilísticos, la última lucha entre el feudalismo de tipo medieval y la formación en Italia de los nuevos gobiernos monárquicos. El autor comienza diciendo que en las monarquías la nobleza ha existido siempre y particularmente como apoyo del rey; en los estados firmes y fuertes ha procurado ayuda y esplendor, pero en los reinos pequeños es perjudicial. Así, el reino de Nápoles por la codicia de los reinantes, el desarreglo de los nobles y la debilidad del gobierno sufrió numerosas molestias por parte de sus barones. Hacia el año 1480, Fernando I de Aragón, rey de Nápoles, abandonó el gobierno del Estado en manos de su hijo Alfonso, duque de Calabria, pero éste se ganó el odio por sus abusos y por su política agresiva. Los turcos amenazan el reino y realizan una expedición contra Otranto. Durante la campaña militar, Alfonso incita a su padre para que despoje de sus bienes a algunos ilustres personajes, como Antonello Petrucci y Francesco Coppola, conde Sarno; el rey no cede a la presión y escucha las quejas de aquellos dos fieles servidores del reino.
Por otra parte tratan de salvaguardarse de las ambiciones del duque, y ayudan con dinero y hombres a Fernando I en la lucha contra los turcos. Terminada la guerra de Ferrara, mientras Inocencio VIII intenta quitar el reino a Fernando I, los barones, aliándose con el papa, entran en abierta lucha con el rey. Entre ellos se destaca por su decisión y odio contra los reinantes, Antonello Sanseverino. Apelando a diversos engaños se prepara el buen resultado de la empresa, con alianzas y guerra en la Tierra de Labor; en tanto el pontífice promete que hará venir al país napolitano al duque de Lorena, que como angevino se considera con derecho a aquel trono. Los ciudadanos de Aquila, ante los nuevos abusos de Alfonso, se rebelan con el beneplácito de Inocencio. También en Nola los nobles sufren vejaciones por parte de Alfonso, con lo que muchos barones conjurados se arman y dirigen una solicitud de ayuda al papa. Pero el rey y el duque piden refuerzos a Florencia, a Milán y a Fernando el Católico, mientras intentan llegar a un acuerdo con algunos barones rebeldes, aprovechando las disensiones surgidas en su campo. Incluso parece que pueda llegarse a una paz; pero no es sino una estratagema para ganar tiempo, a la que apelan los barones. En una reunión celebrada en Miglionico, los conjurados tratan de designar a Federico, hermano del duque de Calabria, proclamándolo rey de Nápoles. Rehúsa él, pero se le retiene como prisionero (19 de noviembre de 1485).
La guerra continúa con suerte alterna, y una vez que Inocencio, para vengarse de los apoyos concedidos por Ludovico el Moro al duque de Calabria, hace invadir el Milanesado por los suizos, se trata en vano de lograr una paz entre el papa, el rey y los barones. Éstos, después de varios intentos, son declarados traidores y condenados a muerte por el rey y el duque. Petrucci y Coppola mueren valerosamente en el patíbulo (15 mayo 1487). La obra, desarrollada con una grandilocuencia rebuscada, dentro del ejemplo de la historiografía de tipo humanista, termina indicando la venganza que espera a la dinastía aragonesa, rea de haber administrado mal a sus súbditos, violado las garantías feudales y, a pesar de los pactos de la paz, sometido a suplicios atroces a los rebeldes. Esta Conjura, tan celebrada por Giordani por la limpidez de la frase, no siempre se mantiene en un terreno exacto ni riguroso, ya que el autor se preocupa ante todo de hacer una narración oratoria.
C. Cordié