Octave, que ha vivido una desgraciada experiencia amorosa y años de disipación, se ha vuelto escéptico y desconfiado. A la muerte de su padre se retira al campo, donde conoce a Brigitte Pierson, mayor que él, sensible y devota. De forma paulatina el amor nace entre los dos. Pero al cabo de un breve período de felicidad Octave, incapaz de creer en un amor sincero, comienza a dudar de ella, a escudriñar con desconfianza en su pasado y a atormentarla con el relato de sus infames deslices.
En cada ocasión se arrepiente de su perversidad y es siempre perdonado. Brigitte, ahora ya unida a Octave únicamente por un sentimiento de deber, encuentra a un hombre honesto y modesto, Smith, que se enamora de ella. Octave lo intuye y está a punto de asesinarla, pero la vista del crucifijo que Brigitte lleva en el pecho lo detiene. Con el poco de generosidad de que es aún capaz deja que Brigitte se marche con Smith.